sábado, 20 de abril de 2013

Nuestra Labor.



     Nuestra labor fundamentalmente está basada en la educación y la prevención del consumo de alcohol y otras drogas, así como la rehabilitación de todas aquellas personas que tengan algún tipo de adicción. Esta importante labor que desarrollamos, la hacemos de la mejor manera que podemos y sabemos, siendo conscientes de nuestras limitaciones, pues todos los que formamos parte de la Asociación somos enfermos alcohólicos y familiares de estos enfermos y en otros casos enfermos de varias sustancias adictivas.

     Destinamos todos nuestros limitados recursos para ayudarnos y ayudar a cuantas personas requieran de nuestro apoyo y que de poco en poco se nos van uniendo, lo que viene siendo las terapias de autoayuda y ayuda mutua, iniciando un rumbo distinto al que nos habíamos embarcado, cuyo destino era para unos el manicomio, para otros la cárcel y también la muerte como consecuencia del consumo de este tipo de sustancias.

     Con la única recompensa de la satisfacción que nos produce el conocer que estamos haciendo algo realmente bueno para nosotros y para la sociedad, pues no hay cosa que nos produzca mayor bienestar que el ver a compañeros que llegaron en un estado tan lamentable al que llegamos nosotros y que gracias a su compromiso y a la ayuda de la asociación, han logrado superar su adicción, que entre todos hemos sido capaces de romper la cadena que le ataba a una botella, a una sustancia de la que era totalmente dependiente. Que ha cambiado su vida y la de su familia y entorno para mejorarlo y que esta persona será capaz de ayudar a otros que como el o ella llegarán un día solicitando ayuda.

     El hacernos conocer y el hacer llegar la labor que venimos desarrollando, la realizamos principalmente mediante pequeñas octavillas que vamos dejando en los Centros de Salud de nuestro barrio y a nuestros médicos de atención primaria, como medio para que a cualquier persona que se le presente algún problema de adicciones sepan que cerca tiene una herramienta de la que puede hacer uso. Otro método que solemos poner en práctica consiste en pegar estas mismas octavillas informativas en las marquesinas de los autobuses, donde los usuarios de este medio de transporte puedan informarse mientras esperan la llegada de su autobús y si se ven tentados, lo cogerán para ponerse en contacto con nosotros. Este mismo blog puede servir como reclamo, además de un sistema de información sobre enfermedades adictivas, para aquellas personas que sabiendo que algo no anda bien en su vida, con relación al alcohol, no saben ponerle nombre.

  


martes, 19 de marzo de 2013

La terapia de grupo.



Dentro de las distintas formas de enfocar el tratamiento psicológico, una de las más conocidas, la más aceptada y previsiblemente la más eficaz es la terapia de grupo.

La terapia de grupo permite compartir experiencia, contar los problemas a personas que tienen el mismo problema que nosotros y que por lo tanto van a saber de qué hablamos, nos van a comprender perfectamente.

Las psicoterapias de grupo deben ser llevadas por un profesional con formación y conocimiento del problema.

En las asociaciones donde no se puede disponer de un profesional, los grupos de discusión llevados por alcohólicos rehabilitados, con experiencia dilatada en el tema y comprometidos en la ayuda a los demás pueden hacer la misma función, aunque se profundice menos en temas personales.

Cuando no hay profesionales y la labor la realizan los alcohólicos rehabilitados lo denominamos grupos de autoayuda.

Se aprende de los demás y los demás aprenden también de lo que cada uno aporta, se intercambian no solo experiencias sino soluciones, se opina y se comparten sentimientos y se avanza en el compromiso de la abstinencia y de la mejora en las relaciones.

Lo que se dice en las terapias nuca se debe comentar fuera de ellas. Esa complicidad hace al grupo más fuerte y si alguien de verdad quiere rehabilitarse que no vaya simplemente a calentar la silla.

Al principio es comprensible que haya quien tenga miedo, o vergüenza o se crea que nadie le puede enseñar nada. Esto no es así, pues la persona que participa en una terapia aprende día a día, se hace responsable, respetuoso y comprometido consigo mismo y con los demás.

Las terapias nos hacen más fuertes pues nos proponemos de forma individual el no fallar y que los demás no fallen.

La persona que prueba la terapia de grupo, repite. Y es que tener un espacio y unas personas con las que poder hablar y ser escuchado, no es demasiado frecuente en la sociedad y es algo que se agradece.

lunes, 18 de marzo de 2013

¿Cómo se llega a ser alcohólico?

     Uno no se levanta por la mañana siendo alcohólico, el proceso suele ser lento y nunca sabremos con certeza cuando se produjo el paso que separa a un bebedor social de un bebedor alcohólico. Lo que si sabemos con certeza es que llegamos a ese punto por el consumo continuo y abusivo de bebidas alcohólicas.

     Los caminos que nos lleva a ser alcohólico suele ser dos tipos y modos bien diferenciados, teniendo en cuenta el origen. Veamos.

     En primero de estos caminos se trata de personas atormentadas, angustiadas y/o deprimidas, que han pasado por profundas calamidades en la vida y que su relación con el alcohol le proporciona un alivio, aunque temporal, a su padecimiento y que le llevará a la dependencia. En este tipo de vía se encuentran bebedores intermitentes que pueden estar sin beber varias semanas, pero que cuando lo hacen ingieren grandes cantidades de alcohol durante uno o varios días y suelen ser bebedores problemáticos.

     En el segundo, son personas que sin tener graves problemas en la vida, beben por imitación, porque todo el mundo en el que se mueve beben. Beben todos los días, lo que les proporciona una cierta tolerancia al alcohol (es aquel bebedor que bebe mucho y parece que no le hace efecto, que casi nunca se le va a ver borracho) y beben incrementando el consumo, hasta hacerse adicto a la sustancia.

     Pero siendo uno u otro camino el que sigamos, el destino es el mismo que es una persona adicta a una sustancia llamada alcohol, o lo que es lo mismo: alcohólico. Si en el primer camino se atiende más a un sentimiento (malestar, angustia, depresión...), el segundo más a un contexto donde su mueve (amigos, compañeros, familia...). En ambos casos se inicia el consumo que les llevará a la adicción buscando alivio psíquico y físico, no lo hacen con el propósito de llegar a ser alcohólicos, pero el fin, aún sin proponérselo, será enfermar por el uso abusivo del alcohol (Y ¡ojo! cuando digo abusivo, quiero decir el consumo al día de más de 2 o 3 copas de cerveza o vino en los hombres y la mitad en las mujeres).

Bebida
Graduación
Volumen
Alcohol puro
contenido
Unidades Bebida Estándar
Copa de vino o cava
12.0°
10 cl.
 9.6 gr.
1.0
Vaso de calimocho
   3.6°
20 cl.
 5.8 gr.
0.5
Vaso de sangría
   6.8°
20 cl.
10.9 gr.
1.0
Caña de cerveza
           5.0°
25 cl.
10.0 gr.
1.0
Lata de cerveza
  5.0°
33 cl.
13.3 gr.
1.3
Culín de sidra
  6.0°
11 cl.
 5.2 gr.
0.5
Botella de sidra
  6.0°
70 cl.
33.6 gr.
3.4
Copa aperitivo: vermouth, fino…
17.0°
07 cl.
 9.5 gr.
1.0
Copa de licor fruta: melocotón…
25.0°
06 cl.
12.0 gr.
1.0
Combinado: cuba libre…
40.0°
06 cl.
19.2 gr.
2.0
Copa de ginebra, ron, coñac…
40.0°
06 cl.
19.2 gr.
2.0
Copa de whisky
42.0°
06 cl.
20.2 gr.
2.0
(se considera consumo de riesgo para la salud la ingesta de más de 3 unidades diarias para el hombre y más de 2 para la mujer).

domingo, 10 de marzo de 2013

Funcionamiento de una terapia.


     Nuestras terapias de autoayuda y ayuda mutua están formadas por enfermos alcohólicos y en los casos de los más jóvenes también vienen con adicciones a otras sustancias (politoxicómanos), por lo que cuando hablamos sobre las adicciones TODOS sabemos de lo que estamos tratando.


     El grupo está compuesto tanto por hombres como mujeres, de todas las edades y oficios. En un número variable nos juntamos tres días a la semana L - X - V desde las 18:30 hasta las 20:30 h., dos horas en las que se rompe el miedo al silencio y a la vergüenza, donde un moderador posibilita que la persona que desee hablar o exponer una vivencia, pueda hacerlo mientras el resto de los compañeros escuchan atentamente y si consideran que tienen algo que exponer lo hace levantando la mano para que le sea concedida la palabra. De esta manera se experimenta un nexo de unión entre el grupo en el que todos somos participes del éxito de cada uno, en donde se vislumbra el final del túnel y donde se experimenta que es posible salir de las adicciones, puesto que junto a ti hay una persona que lleva años en abstinencia.



     Las reglas básica para nuestras sesiones son el respeto y el compromiso en dejar la adicción.



     En múltiples ocasiones decimos que las terapias son como volver a la escuela, pues es donde aprendemos a vivir sin alcohol, compartiendo experiencias y sobre todo, mostrando las herramientas de las que se han servido aquellos que llevan más tiempo de abstinencia y que también les puede servir de ayuda para los que se han incorporado hace menos tiempo al club de los abstinentes. Importantísimo resulta el verse que uno no está solo en la lucha por la abstinencia, sino que cuenta con el apoyo de una asociación cuyos integrantes le comprenden perfectamente y comprenden las secuelas que sufre (familia, trabajo, salud...).



     ¿Quién acude a nuestras terapias?. Siempre las personas que acuden lo hacen por un motivo grave de salud, de familia, de trabajo, de justicia, etc. y en casi todas se da la unión de varios de estos motivos. Muchos vienen derivados de centros de salud, después de haber pasado por episodios realmente graves.


     Cada dos semanas contamos con la presencia de una psicóloga que compartimos enfermos y familiares y un becario estudiante de último año de psicología, mediante las aportaciones que entre aquellos enfermos y familiares que puedan, vamos haciendo a la caja común y que nos permite contar con estos profesionales, al menos 8-9 meses al año (dependiendo de las aportaciones).





Soy alcohólico rehabilitado

     Antes de reconocerme como enfermo alcohólico y aceptar la enfermedad. yo era de las personas que sabía que bebía mucho, en exceso, que era un gran consumidor de alcohol, pero que no tenía ningún problema con el alcohol puesto que no me afectaba ni en mis trabajos ni en mi familia, ya que aguantaba mucho pues que no llegaba a embriagarme casi nunca, tan solo en algunas ocasiones llegaba un poco más bebido que de costumbre y cuando llegaba a casa, daba las buenas noches y me metía directamente en la cama, sin molestar a nadie.


     Pero detrás de esta farsa, hoy reconozco que cada día nada más levantarme necesitaba beber y así lo hacía durante todo el día, sin apenas comer pues con el alcohol me bastaba, hasta llegar a casa por la noche y dirigirme a la cama y esperar que llegase el día siguiente donde se volvería a repetir el mismo patrón de conducta. Así un día tras otro, durante años. (Esa era mi normalidad). El desentenderme de los asuntos del hogar y de mis hijos, de los problemas normales de cada día.

     Para mi, como para cualquier otro enfermo alcohólico que todavía no tenga reconocida su enfermedad, los verdaderamente alcohólicos son aquellos otros, que a diferencia nuestra, que tenemos nuestro trabajo, nuestra familia, nuestras amistades, ellos, los que se encuentran solos, consumiendo alcohol barato en cualquier rincón, mal vestidos y sucios, mal mirados por todos, son los alcohólicos. Como si estas personas no hubieran estado en la misma situación que en la que estamos nosotros, pero que han seguido consumiendo hasta llegar al lugar donde se encuentran y donde sin duda llegaríamos nosotros si no paramos de consumir. Pero aún así, para ellos, si no han sabido reconocerse enfermos alcohólicos, verán a los que estén peor que ellos, como los verdaderos alcohólicos. Y la verdad es que tan alcohólicos somos unos como otros, pues lo que nos define como tales es la incapacidad de parar de consumir.


¿Por qué alcohólico?

     ¿Por qué nos resulta tan difícil el aceptar que somos alcohólicos?. Creo que se debe principalmente al desconocimiento de lo que es esta enfermedad y a su estigmatización.

     Siempre nos ocurre que antes de aceptar la enfermedad que padecemos, somos capaces de poner mil excusas para intentar no vernos como alcohólicos, puesto que nuestro desconocimiento nos hacer sentir esta enfermedad como algo tremendamente negativo, propio de personas perdedoras, sin moral, sin vergüenza y asociales, carentes de principios y respeto por si mismos.

     Ante semejante visión no nos queda más que engañarnos a nosotros mismos y en la inmensa mayoría de los casos lo conseguimos. Casi nunca hemos sido capaces de reconocernos como tales alcohólicos, y solemos mentirnos, diciéndonos que somos capaces de dejar de beber cuando y donde queramos, que tan sólo bebemos para deshinibirnos, socializar o para sentirnos bien.

     Pero esto en realidad no es así, pues en numerosas ocasiones nos hemos propuesto el dejar de beber a partir del día de mañana, pero a la mañana siguiente nos hemos levantado y lo que ayer prometimos no somos capaces de cumplirlo, por lo que nos haremos una nueva promesa para dejar de beber a partir de la próxima semana, aunque sabemos que cuando el lunes llegue seremos incapaces de no beber. Y repetiremos una y otra vez, una y otra vez... siempre con el mismo resultado.

     Somos enfermos alcohólicos puesto que hemos perdido la libertad para dejar de beber y cuanto más tiempo pase sin poner una solución a su enfermedad, esta se hará más y más fuerte, debilitando cada vez más la voluntad y dejando mayores secuelas en su cuerpo y su alma, pues cuanto más se acerque al final de sus días, habrá perdido no solamente su salud, sino que también habrá perdido todo rasgo de humanidad, con el desprecio de la sociedad y por supuesto el de la familia. Solo que quedará la desesperación y la muerte en soledad.   


sábado, 9 de marzo de 2013

La dificultad de reconocerse alcohólico.

     En la casi totalidad de ocasiones, las personas que acuden a la Asociación solicitando ayuda o información, no son capaces de poner nombre a la grave enfermedad que padecen, a pesar de los evidentes síntomas que presentan. Dirán, en el mejor de los casos, que beben mucho, que la familia le ha pedido que viniera a informarse, que ha pasado por su centro de salud y le han dado la dirección o el teléfono de nuestra Asociación, etc.


     Pues bien, esta grave enfermedad que padece se llama alcoholismo y consiste en una dependencia física y psíquica a una sustancia llamada alcohol.


     En la recepción que hacemos de las personas que nos visitan solicitando ayuda, nos presentamos como enfermos alcohólicos rehabilitados o enfermos alcohólicos en abstinencia, lo que seguramente por primera vez haga que la persona se enfrente a esta palabra "maldita" pronunciada por una persona que no se avergüenza de reconocer su enfermedad y ponerle nombre.

     Una vez trascurrido cierto tiempo en terapia, comienza a asimilar la enfermedad que padece, al encontrarse con personas que como él, tiene unos síntomas comunes y comunes con el resto de enfermos alcohólicos. Poco a poco asimila la palabra "alcohólico" con enfermedad, en lugar de hacerlo como la mayoría de aquellas personas que desconoce lo que es el alcoholismo, que lo relacionan con personas viciosas, degeneradas, sinvergüenzas, vagos, egoístas... y en el caso de la mujer alcohólica lo relacionan con cosas aún peores.

     Así, más pronto que tarde, descubrirá que es una persona enferma, adicta a una sustancia llamada alcohol, y que es posible recuperar la salud mediante la abstinencia, que la abstinencia le proporciona salud física y mental a él, a su familia y a su entorno. A partir de ese momento la tarea del enfermo alcohólico no será otra que la de mantener su abstinencia sobre todas las cosas puesto que sin ella volveremos a enfermar y haremos enfermar a los demás. Debemos aprender a vivir sin alcohol.

     Y como dice nuestro compañero y amigo Juan (el de más edad en nuestra Asociación), La abstinencia hay que mimarla.







martes, 26 de febrero de 2013

Tiempo De Esperanza.

     A pesar que la enfermedad del alcoholismo es crónica y progresiva, que afecta tanto al enfermo como a la familia (que también enferma), hemos de reconocer que con un cambio de actitud es posible la recuperación que nos permita el disfrutar plenamente de la vida, con sus dificultades y sus buenos momentos.

     Nunca es tarde para abandonar la adicción, aunque es obvio que cuanto más tiempo trascurra, tanto más ardua nos resultará la tarea, pero siempre habrá una pequeña rendija por la que podremos encontrar un pequeño rayo de luz que se nos abra, pero que deberemos querer buscarla para hallarla y después aferrarnos a ella más que otra cosa en este mundo.

     Y es que cuando decimos que la abstinencia es lo que debe tener la máxima prioridad en nuestras vidas, lo hacemos sabiendo que una vez la hemos perdido, perdemos todo lo demás (dignidad, respeto, familia, salud, trabajo...). Por lo tanto desde aquí he de animar a todos/as los que sufrimos de esta terrible enfermedad, diciendo que de las adicciones se sale y se puede vivir una vida plena, que junto a vosotros cada día pasa al lado alguien que ha sabido superar su adicción, que cambió una pesadilla por una realidad (mejor o peor, pero en definitiva una realidad) en la que somos nosotros quienes tomamos las riendas y gobernamos nuestra vida.

     Encontremos ese haz de luz que se nos muestra y pidamos ayuda, porque ahí es donde podremos encontrar la libertad de decidir, la misma libertad de la que carecemos cuando estamos consumiendo.




     Ánimo, soliciten ayuda y aférrense a la vida.



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jueves, 14 de febrero de 2013

Testimonio de una mujer alcohólica. Y VIII

Una vida sin adicciones es posible.

  1. UNA VIDA SIN ALCOHOL. 
Ya llevo más de 3 años viviendo una vida sana, agradable y equilibrada sin tener que soportar el yugo del alcohol. Sobre todo supone una liberación  gratificante.

Mi trabajo diario lo abordo desde un punto de vista integral,  tomando cada realidad de la enfermedad, con esperanza, con visión de futuro, con la total reinserción en la vida y mi mundo. Tres años de abstinencia total, acudiendo a las terapias de AVAR, participando en ellas activamente.

Son muy pocas, poquísimas las personas que sospecharon o se dieron cuenta que yo tenía problemas con el alcohol porque mi obsesión por cuidar mi imagen y por brillar en mi trabajo fueron mayores a mi obsesión por beber, asunto que contribuyó a que me costara muchísimo trabajo descubrir y aceptar que era alcohólica puesto que yo sentía y transmitía que tenía mi vida bajo perfecto control.

Al cabo de los años, me convencí de que, por lo menos en mi caso, mi problema de alcoholismo surgió por mi errada actitud ante la vida pero, en la medida en que he ido entendiendo y controlando mis defectos de carácter, he logrado una existencia más armónica conmigo misma y con mi entorno, de tal manera que cada vez me resulta más fácil vivir tranquila y sin pensar en el alcohol. Viéndome cómo soy en realidad.

Parece ser que a los alcohólicos nunca se nos quitan las ganas de beber porque la enfermedad es un monstruo que siempre estará al acecho y poniéndonos trampas para seducirnos en cualquier momento de debilidad: “Creer que por dejar el trago no volverás a tener problemas es igual a creer que por ser vegetariana puedes pasearte frente a una vaca recién parida pensando que no te va a atacar”.

Por eso es que la asistencia a los grupos con AVAR es tan importante puesto que el grupo no solo nos ayuda a entender y manejar nuestra condición sino que también nos enseña a descubrir y a defendernos de las trampas que perennemente nos pone y nos pondrá la enfermedad (como por ejemplo, cómo afrontar las celebraciones navideñas o un acontecimiento social, o abordar las vacaciones estivales, que constituyen un riesgo para el alcohólico).

No puedo sino dar gracias a  AVAR, porque hoy en día viva en un paraíso porque lo cierto es que la vida es bella pero también es dura y el no beber no lo exime a uno de los problemas típicos de la existencia pero si le ayuda a encararlos desde una perspectiva más asertiva y obviamente la abstención lo libra a uno de agravar cualquier mala situación. PERO RECUPERAR LA DIGNIDAD ES UN EJE TRONCAL FUNDAMENTAL, Y DE NOSOTROS DEPENDE NUESTRA CORAZA Y FORTALEZA PARA PROTEGERNOS DEL ACOSO DEL ALCOHOL.

De todo corazón espero que mis palabras le sirvan a alguien y le agradezco a todo aquel que se haya tomado el trabajo de escucharme.
Sin adicciones + salud + vida



Por último, a todos y a todas los que me han ayudado por regalarme el pasaje para mi último tren, porque acepté el regalo, y tomé la decisión, mi gran decisión. Me subí al tren, arrancó rápidamente y cobró velocidad, y su retumbo me recuerda cada día que no puedo olvidar lo que soy. Es un tren de largo recorrido, con infinitas estaciones. Es el tren de mi vida, con lo bueno y con lo malo, es el tren de la libertad, pero también del miedo y de las dudas, pero es mi tren, el cual estoy empezando a conducir, y en este largo viaje, hoy por hoy y mañana por pasado y pasado por el otro…,  de este tren ya no me bajo. Porque hoy por hoy, he conseguido aprender a vivir sin el alcohol.




Magdalena M. R.
Socia de AVAR

domingo, 3 de febrero de 2013

Testimonio de una mujer alcohólica. VII


  C)    Una de las claves para el éxito de un tratamiento para superar la adicción al alcohol es la motivación personal, SÍ QUIERO. Esto se potencia “si la persona posee una familia firme y tiene claro lo que pierde o perdería si no deja de tomar. En este caso, hay mayores posibilidades de salir”.

  D)     Aprendí a identificar qué me ocurría. Tapé la botella. Comencé el aprendizaje de una vida sin el alcohol, ALGO QUE APRENDÍ EN AVAR.

  E)     Me informé de lo que era el Alcoholismo: asistir a las reuniones de AVAR me han enseñado  tácticas, fórmulas y vías de escape para vivir sin el alcohol.

  F)    Otra evidencia de identificación del alcoholismo que propició mi abandono de la adicción fue el autoconocimiento: Trabajé en todas las áreas de mi vida.

Este es un momento muy crítico e importante para un alcohólico en su proceso de recuperación, pues entra a revisar y tratar de definir su autoestima o autocrítica, se puede decir que la esencia de la autoestima no nos llega cuando nos perfeccionamos o nos completamos, sino cuando reconocemos que somos incompletos y que necesitamos de otra persona para lograrlo. Así pues, necesitamos de los otros para ayudarnos y para poder ayudarlos. El encuentro con la autoestima y la dignidad como ser humano es crucial para un alcohólico en su proceso de recuperación, pues este paso, tiene como finalidad principal restablecer sus relaciones con los otros.

La Terapia Cognitivo-conductual considera que las personas nacemos con una herencia y un determinado temperamento, con los cuales comienza a interactuar con su entorno, aprendiendo pautas de comportamiento, tanto beneficiosas como perjudiciales para sí mismo y/ o para los demás. El término conducta se entiende en un sentido amplio, abarcando conductas visibles, así como pensamientos, sentimientos y emociones.

El enfoque cognitivo-conductual investiga cómo aprendemos, es decir los principios que explican el aprendizaje, tanto de comportamientos deseables como perjudiciales. El qué aprendemos, es algo que depende de la constitución genética y, fundamentalmente, de las experiencias de vida particulares e intransferibles de cada persona.




            G)     Cambié el enfoque emocional: Dejé de flagelarme por ser Alcohólica.



Testimonio de una mujer alcohólica. VI



  1. TRATAMIENTO DE LOS ALCOHÓLICOS - CÓMO ABANDONÉ EL CONSUMO DE ALCOHOL.
A)    El primer paso, antes incluso de reconocer la adicción, fue cómo repentinamente mi mundo de farsa se desmoronó: la situación dentro de mi matrimonio me hizo acudir a un CAF municipal, en el que tras unas terapias acudiendo sin mi pareja, el psicólogo me conminó a que las terapias fueran conjuntas.

Fue entonces cuando entre el psicólogo y mi marido me encontré acorralada, desvalida: “tienes problemas con el alcohol”. Pero tener problemas con el alcohol es la antesala del alcoholismo en su estado puro.

Comencé a vislumbrar que era el precipicio el que se aproximaba a mí y no yo al precipicio.
Ni el silencio de mi hijo, ni su mirada, lograban rescatarme de la complicidad entre el alcohol y yo.

En mi trabajo, me observaban de cerca el deterioro, el comportamiento, las frases inconexas, estaba bajo sospecha, obligándome a  acudir al especialista (no sabían cuál) que me aconsejara la baja médica, como finalmente ocurrió. Una baja médica que duró 8 meses, hasta mi total recuperación y abstinencia.

Hasta que mis padres, de los que yo ignoraba su sufrimiento, me agarraron de las muñecas y pusieron ante mí el espejo en el que descubrí una figura patética, demacrada y extremadamente delgada. Jamás fui consciente del sufrimiento de mis padres, testigos sin invitación del hundimiento de su única hija.

                Y el dique se desmoronó, se hizo pedazos, descubrí que quienes me rodeaban eran sabedores de mis pérdidas de control, de mis frases inconexas, de mis risotadas patéticas.

A partir de esa especie de tsunami, de explosión incontrolada de todas las mentiras, engaños y ocultismo, fui espectador de excepción de cómo toda mi vida se desplomaba como una montaña de naipes.

Para entonces,  ya me había convertido en paranoica.


B)     RECONOCER LA ADICCIÓN ALCOHÓLICA.
Mi mayor problema fue reconocer la adicción, NO SE TRATA DE ACEPTAR QUE SE “TIENEN PROBLEMAS CON EL ALCOHOL”.

Parece mentira que una cosa aparentemente tan obvia pueda constituir un problema importante pero así es frente al tratamiento del alcoholismo, yo no tenía capacidad para reconocer que era alcohólica. Como todos los enfermos, empleaba mecanismos disuasorios, de autoengaño y de negación: “Es verdad que bebo pero tampoco es para tanto…. Suelo beber lo mismo que los demás…. Bueno, es verdad pero yo dejo de beber cuando quiero, etc.”.

En una sociedad donde se venden dosis mortales de alcohol en los supermercados y donde el alcohol constituye un elemento omnipresente en muchísimos eventos sociales y de la vida cotidiana como en una simple reunión en un bar cualquiera a la hora del aperitivo, resulta muy difícil que una persona mida el alcance de su problema real y se ponga en tratamiento.

Como he manifestado antes, una psicóloga y un médico del CAD de Cruz Roja de Moratalaz, me forzaron y me presionaron hasta que bramé que era alcohólica y precisaba ayuda urgente e ingresé en el psiquiátrico del hospital Dr. R. Lafora.

             A partir del alta médica hospitalaria, comenzó la reconstrucción pisológica, un proceso más complejo y a largo plazo: sigo en tratamiento psicológico y psiquiátrico, aún con medicación, eso sí, ínfima comparada con las 18 pastillas (LACASITOS, que llamábamos en el psiquiátrico) en el desayuno.

domingo, 27 de enero de 2013

Testimonio de una mujer alcohólica. V



C)     Me sentía muy deprimida, segura de que nadie me comprendía ni me quería, que nadie me agradecía y reconocía todo lo que yo estaba dando en la vida. Sentía un enorme y devastador vacío interior.

D)    Me molestaba y crispaba con exceso cuando alguien me hacía notar que estaba bebiendo demasiado y negaba lo que me bebía.

E)     Lloraba y me desesperaba al percatarme de esta situación.
Fui descendiendo los peldaños del infierno, engalanada con mis mejores joyas, siempre    perfecta.

F)     Se manifestaban signos externos de abstinencia al parar de beber (síndrome de abstinencia): temblores, alucinaciones, malestar general, incluso convulsiones, calambres musculares.

G)    Comenzaron a producirse los primeros daños físicos: en el hígado, cerebro, palmas de las manos enrojecidas, etc. En un momento álgido de mi enfermedad, el nivel de mis transaminasas oscilaban entre 800 y 1000. Mi hígado estaba dañado (esteatosis hepática) y este daño indoloro y oculto, silencioso, fue el que más me aterró, porque me quedé en la antesala de un trasplante hepático. SOLO ENTONCES FUI CONSCIENTE DE LA POSIBILIDAD DE CIRROSIS, LA MUERTE, cuando leí el informe médico sentí como una descarga eléctrica.

Físicamente me encontraba bien. Pero el deterioro físico y analítico suele darse en estadios avanzados del alcoholismo. Su traducción en cifras anómalas de transaminasas (enzimas hepáticas) ocurre cuando existe verdadero sufrimiento hepático. En muchas ocasiones el cuerpo sigue respondiendo de manera más o menos regular pero ello no significa que la adicción a nivel psicológico haya avanzado de manera importante.

El terror a perder mi salud irreversiblemente fue lo que me mantuvo alejada de la bebida durante algunos meses pero la ansiedad, la obsesión, el mal humor y toda esa desesperación que produce la abstención me estaban enloqueciendo…

Pero durante una sesión de terapia con una psicóloga y un médico del CAD de Cruz Roja de Moratalaz, me forzaron y me presionaron hasta que bramé que era alcohólica y precisaba ayuda urgente. Admití la posibilidad una vida sin beber alcohol y una semana después ingresé en el psiquiátrico del hospital Dr. R. Lafora, un centro pionero en el tratamiento hospitalario de trastornos adictivos relacionados con el alcohol y otras sustancias de abuso adictivo.

Durante quince días estuve ingresada en el hospital, con una amargura atroz al separarme de mi hijo y no poder tener comunicación alguna ni con él ni con mi familia y amigos. ES LO MÁS PARECIDO A ALCATRAZ.

Ante todo, fue una experiencia inolvidable y que recuerdo como positiva y constructiva: quince días de aislamiento absoluto hasta la completa desintoxicación física.

La reconstrucción pisológica es un proceso más complejo y a largo plazo: sigo en tratamiento psicológico y psiquiátrico, aún con medicación, eso sí, ínfima comparada con las 18 pastillas (LACASITOS, que llamábamos en el psiquiátrico) en el desayuno.

H)    Comportamiento violento y antisocial: disputas familiares, en el trabajo. Fundamentalmente en casa, con violencia verbal. Y en el trabajo, con constantes enfrentamientos con mis superiores y sensación de acoso laboral. Pero es que en ocasiones, me quedaba literalmente adormecida ante la pantalla del ordenador.

I)       Comencé a tener dificultades en mantener relaciones de pareja y familiares o en permanecer estable en mi trabajo. Cuando me encontraba bajo estados de ansiedad o con problemas, ante situaciones de decisiones importantes, escapaba de la realidad. No toleraba la frustración y me abandonaba a mi compañera la botella.
Tendía a culpar a los demás de sus propios fallos, a mis superiores en el trabajo y especialmente a mi propia pareja.

No aceptaba mis propias responsabilidades que me provocaban una dolorosa frustración.
J)      Acumulaba bebidas alcohólicas en casa y, a veces, ocultarlas de la vista de los demás, mi casa llegó a convertirse en un verdadero arsenal de alcohol.
Las botellas de ginebra las escondía en los lugares más insospechados, como dentro de una guitarra; distribuía la ginebra en botellas de plástico con apariencia externa e inofensiva de agua; incluso en el cuarto trastero, confiada de que nadie jamás las encontraría. Pero mi marido las encontraba una y otra vez y entonces yo negaba y huía, como siempre que me sentía desnuda ante la realidad, me acostaba y me hundía a llorar contra la almohada.

K)    Padecía alteraciones de la memoria. No rendía lo suficientemente con mis obligaciones laborales, tenía dificultades para concentrarme. Mis superiores se percataron de ello, de los errores al elaborar circulares, de mi comportamiento a la hora de intervenir en reuniones, arrastrando las palabras y con ellas, mi sufrimiento.

Ya no sabía desempeñarme en mi quehacer diario sin unos niveles de alcohol en sangre.

L)     Convivían episodios de depresión y existencia de problemas familiares (sobre todo de pareja) evidenciando la interrelación con el alcoholismo.

La fase más aguda, de mayor dependencia y descontrol sobre el consumo, coincidió con una intervención quirúrgica ginecológica (histeroscopia) que provocó en menos de un mes el inicio de una menopausia precoz, yo tenía 47 años. Y se abrió un mundo repentinamente para el cual yo no estaba preparada, por mucho que me hubiera informado al respecto.

Y  también en el breve periodo de un mes (abril de 2009) en relación con lo que anteriormente comentaba del daño y deterioro físico que genera el abuso del alcohol, comenzaron a manifestarse en mi piel unas placas pequeñas, irritantes, con picor y escozor que a los dos meses de su aparición, era insoportable y más cuando supuraban.
Y comencé el peregrinaje de alergólogos a dermatólogos, con una desazón desesperante que me impedía dormir por las noches. Tras un par de meses de pruebas médicas, no supieron diagnosticar mi mal dérmico, simplemente me dieron como solución anti-istamínicos , pomadas para calmar el picor y escozor con un elevado contenido de cortisona y evitar rascarme o rozarme las llagas. Al inicio del verano de 2009, me había convertido en un monstruo, hinchado y marcada de cicatrices.

Y con más motivo, mi viaje a través del alcohol se me antojaba más necesario, mi único consuelo. Las llagas y la hinchazón en todo el cuerpo, especialmente en las extremidades inferiores, me llevaron hasta en tres ocasiones al hospital. La última vez, incluso estando bajo los efectos del alcohol, fue cuando se inició el calvario de un seguimiento médico cada tres meses, hasta que después de un año, estando ya en abstinencia, la enfermedad comenzó a remitir, hasta su total desaparición: el servicio dermatológico del hospital Gregorio Marañón, colaboró en las pruebas y medicación con el servicio de aparato digestivo donde me dieron el ultimátum con el hígado. En el informe médico se hacían constar una serie de términos incomprensibles para mí, pero el fallo fue: cirrosis hepática.