En la casi totalidad de ocasiones, las personas que acuden a la Asociación solicitando ayuda o información, no son capaces de poner nombre a la grave enfermedad que padecen, a pesar de los evidentes síntomas que presentan. Dirán, en el mejor de los casos, que beben mucho, que la familia le ha pedido que viniera a informarse, que ha pasado por su centro de salud y le han dado la dirección o el teléfono de nuestra Asociación, etc.
Pues bien, esta grave enfermedad que padece se llama alcoholismo y consiste en una dependencia física y psíquica a una sustancia llamada alcohol.
En la recepción que hacemos de las personas que nos visitan solicitando ayuda, nos presentamos como enfermos alcohólicos rehabilitados o enfermos alcohólicos en abstinencia, lo que seguramente por primera vez haga que la persona se enfrente a esta palabra "maldita" pronunciada por una persona que no se avergüenza de reconocer su enfermedad y ponerle nombre.
Una vez trascurrido cierto tiempo en terapia, comienza a asimilar la enfermedad que padece, al encontrarse con personas que como él, tiene unos síntomas comunes y comunes con el resto de enfermos alcohólicos. Poco a poco asimila la palabra "alcohólico" con enfermedad, en lugar de hacerlo como la mayoría de aquellas personas que desconoce lo que es el alcoholismo, que lo relacionan con personas viciosas, degeneradas, sinvergüenzas, vagos, egoístas... y en el caso de la mujer alcohólica lo relacionan con cosas aún peores.
Así, más pronto que tarde, descubrirá que es una persona enferma, adicta a una sustancia llamada alcohol, y que es posible recuperar la salud mediante la abstinencia, que la abstinencia le proporciona salud física y mental a él, a su familia y a su entorno. A partir de ese momento la tarea del enfermo alcohólico no será otra que la de mantener su abstinencia sobre todas las cosas puesto que sin ella volveremos a enfermar y haremos enfermar a los demás. Debemos aprender a vivir sin alcohol.
Y como dice nuestro compañero y amigo Juan (el de más edad en nuestra Asociación), La abstinencia hay que mimarla.
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