Dentro de las distintas formas de enfocar el tratamiento psicológico, una de las más conocidas, la más aceptada y previsiblemente la más eficaz es la terapia de grupo.
La terapia de grupo permite compartir experiencia, contar los problemas a personas que tienen el mismo problema que nosotros y que por lo tanto van a saber de qué hablamos, nos van a comprender perfectamente.
Las psicoterapias de grupo deben ser llevadas por un profesional con formación y conocimiento del problema.
En las asociaciones donde no se puede disponer de un profesional, los grupos de discusión llevados por alcohólicos rehabilitados, con experiencia dilatada en el tema y comprometidos en la ayuda a los demás pueden hacer la misma función, aunque se profundice menos en temas personales.
Cuando no hay profesionales y la labor la realizan los alcohólicos rehabilitados lo denominamos grupos de autoayuda.
Se aprende de los demás y los demás aprenden también de lo que cada uno aporta, se intercambian no solo experiencias sino soluciones, se opina y se comparten sentimientos y se avanza en el compromiso de la abstinencia y de la mejora en las relaciones.
Lo que se dice en las terapias nuca se debe comentar fuera de ellas. Esa complicidad hace al grupo más fuerte y si alguien de verdad quiere rehabilitarse que no vaya simplemente a calentar la silla.
Al principio es comprensible que haya quien tenga miedo, o vergüenza o se crea que nadie le puede enseñar nada. Esto no es así, pues la persona que participa en una terapia aprende día a día, se hace responsable, respetuoso y comprometido consigo mismo y con los demás.
Las terapias nos hacen más fuertes pues nos proponemos de forma individual el no fallar y que los demás no fallen.
La persona que prueba la terapia de grupo, repite. Y es que tener un espacio y unas personas con las que poder hablar y ser escuchado, no es demasiado frecuente en la sociedad y es algo que se agradece.
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