jueves, 27 de diciembre de 2012

Alcohol y fiestas navideñas.



     Llegaron las fiestas de Navidad y con ellas las celebraciones y reuniones con familiares, compañeros de empresa y amigos, en donde las comidas, cenas, brindis, etc. suelen ser realizados con importantes ingestas de alcohol, por lo que aumenta el riesgo de una recaída para las personas que nos encontramos en un proceso de rehabilitación y este hecho nos va a suponer un esfuerzo extra para mantener nuestra abstinencia.

     Si usted es un bebedor social o bebedor moderado permítame recordarle que si en ningún caso es lógico pensar que para disfrutar y pasárselo bien se haga necesario beber hasta la embriaguez, en estas fiestas navideñas lo es menos, pues los riesgos en la conducción y el encontrarse con otro conductor ebrio son mayores. Se pueden mantener todos los rituales navideños sin hacer uso del alcohol, cambiando este  por otro tipo de bebida  sin alcohol.

     Y para todos aquellos que como yo, traspasamos el umbral de bebedor social a bebedor alcohólico y por lo tanto no debemos tomar contacto con nada que contenga alcohol (ni tan siquiera las bebidas sin alcohol que nos recuerden al consumo alcohólico -cerveza, mosto, licores sin…-), recordarles si cree que le va a resultar difícil mantenerse sin beber, la conveniencia de limitar o incluso evitar aquellas reuniones en las que consumir bebidas que contienen alcohol parece obligado.

     Si como enfermo alcohólico estás acudiendo a algún tipo de terapia para superar su adicción, durante estas fiestas se hace especial hincapié en reforzar la decisión de no reincidir en su adicción, proponiendo habilidades para saber resistir las tentaciones que en estos días se multiplican.

     Salud y mis mejores deseos para los que algún día decidieron dejar de beber y para aquellos otros que se lo están planteando, para aquellos que tienen un familiar enfermo, para los que trabajan por la recuperación.

      En definitiva: un FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Que hacer y que no ante un familiar alcohólico. Y II



     No le conceda demasiada importancia a sus celos infundados ya que son consecuencia de su enfermedad que le crea inseguridad y distanciamiento de la realidad.

     Es importante el no distanciarle de sus hijos. Haga de intermediaria explicándole que su padre/madre no fue así, que es la enfermedad la que le hace emplear esa conducta y que necesita la ayuda de todos los miembros de la familia para que vuelva a ser el buen padre/madre que un día fue.

     Cuente con toda la ayuda que logre acaparar en favor de su familia (médica, asistencial, social, psicológica, religiosa, familiar…), pues cuanta más ayuda obtenga más fácil le resultará empezar a encontrar soluciones.

     Sea firme y comprensivo/a al mismo tiempo como la mejor manera para el inicio de una recuperación y si ha iniciado un tratamiento habrá de apoyarle y reconocer los avances que se vayan produciendo. No desfallezca si durante el proceso tiene una recaída, pues se suelen producir en alguna ocasión y forma parte del proceso de recuperación.

     Ayuden  aportando factores positivos para su abstinencia y prevengan aquellos factores de riesgo que le permitan hacer más fácil y llevadera su abstinencia y recuperación.

     Todo lo pasado y aprendido durante el proceso alcohólico de su familiar les habrá provocado tensiones por lo que es deseable establecer una terapia familiar con algún profesional y con familiares de alcohólicos/as que como ustedes, han pasado por trances similares. 

     Es importante que la experiencia y el conocimiento sobre la enfermedad que han adquirido durante el largo tiempo de espera en la recuperación de su familiar les sirva para ayudar a otras familias que en ese momento estén pasando por donde ustedes han pasado, intentando apoyar desde la serenidad y el saber, que de esta enfermedad se puede salir y que si bien la tarea es ardua, los resultados merecen la pena.

Que hacer y que no ante un familiar alcohólico. I


    

     Al tratar con un familiar enfermo alcohólico, debemos seguir unas pautas para intentar que acepte su condición, pues si dejar de beber para él es una tarea muy ardua, sin el reconocimientos de su enfermedad es casi imposible.


     Primeramente hemos de ser nosotros mismos quienes reconozcamos que se trata de un enfermo y no de un vicioso. Y que se trata de un enfermo que se encuentra en esa situación no porque quiera, si no porque precisamente es su enfermedad la que le impide dejar de beber.

     Debemos ser perseverantes y no dejarnos desanimar por como se encuentra. No debemos perder la esperanza en su recuperación, ni tampoco culparse por no saber cómo actuar mejor.
De nada de van a servir las amenazas (máxime si no piensa cumplirlas), pues le fortalecerán  en su consumo sabiendo que no las va a cumplir.

     No recurra al sentimentalismo del tipo “si te importáramos dejarías de beber” para que abandone el consumo, pues muy a su pesar no deja de beber porque no puede, no porque no les quiera.

     El discutir de nada servirá porque si está ebrio no se enterará y pretenderá llevar él siempre la razón, y si se encuentra sobrio podría servirle de excusa para beber con más intensidad para intentar evadirse. Los familiares han de mostrarse serenos  y con la intención de poder ayudarle.

     Es absolutamente erróneo el intentar proteger al enfermo ante la bebida (retirar toda bebida alcohólica de casa, comunicar en los lugares que frecuenta para beber que no le administren alcohol, perseguirle, etc.) ya que de este modo su estado de ánimo se vería negativamente afectado y de seguro compraría la bebida en cualquier otro lugar donde le sea vendido. Tampoco es conveniente ni el atosigamiento ni la persecución (seguirle con la intención de verle entrar en un bar, intentar olerle el aliento, etc.
         
     No inicie usted la conversación sobre el tipo de consumo de alcohol que tiene. Si el familiar lo desea que lo inicie él, alentando aquellos avances positivos que veamos que ha logrado y sugiriendo aquellos otros en los que no estemos de acuerdo.

     Es un grave error el acompañarle a beber, pensando quizás que de este modo beberá menos, algo que no sucederá e incluso si empezaba a tener en mente el empezar a dejar de beber, conseguirá que ni se lo plantee.