Al tratar con
un familiar enfermo alcohólico, debemos seguir unas pautas para intentar que
acepte su condición, pues si dejar de beber para él es una tarea muy ardua, sin
el reconocimientos de su enfermedad es casi imposible.
Primeramente
hemos de ser nosotros mismos quienes reconozcamos que se trata de un enfermo y
no de un vicioso. Y que se trata de un enfermo que se encuentra en esa
situación no porque quiera, si no porque precisamente es su enfermedad la que
le impide dejar de beber.
Debemos ser
perseverantes y no dejarnos desanimar por como se encuentra. No debemos perder
la esperanza en su recuperación, ni tampoco culparse por no saber cómo actuar
mejor.
De nada de
van a servir las amenazas (máxime si no piensa cumplirlas), pues le
fortalecerán en su consumo sabiendo que
no las va a cumplir.
No recurra al
sentimentalismo del tipo “si te importáramos dejarías de beber” para que
abandone el consumo, pues muy a su pesar no deja de beber porque no puede, no
porque no les quiera.
El discutir
de nada servirá porque si está ebrio no se enterará y pretenderá llevar él
siempre la razón, y si se encuentra sobrio podría servirle de excusa para beber
con más intensidad para intentar evadirse. Los familiares han de mostrarse
serenos y con la intención de poder
ayudarle.
Es
absolutamente erróneo el intentar proteger al enfermo ante la bebida (retirar
toda bebida alcohólica de casa, comunicar en los lugares que frecuenta para
beber que no le administren alcohol, perseguirle, etc.) ya que de este modo su
estado de ánimo se vería negativamente afectado y de seguro compraría la bebida
en cualquier otro lugar donde le sea vendido. Tampoco es conveniente ni el
atosigamiento ni la persecución (seguirle con la intención de verle entrar en
un bar, intentar olerle el aliento, etc.
No inicie
usted la conversación sobre el tipo de consumo de alcohol que tiene. Si el
familiar lo desea que lo inicie él, alentando aquellos avances positivos que
veamos que ha logrado y sugiriendo aquellos otros en los que no estemos de
acuerdo.
Es un grave
error el acompañarle a beber, pensando quizás que de este modo beberá menos,
algo que no sucederá e incluso si empezaba a tener en mente el empezar a dejar
de beber, conseguirá que ni se lo plantee.
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