El factor de riesgo más importante en la mujer es la existencia de un trastorno depresivo o ansioso que va muy unido a la forma del beber femenino. Las mujeres presentan mayores tasas de trastornos de ansiedad y afectivos que los hombres y lo habitual (66 %) es que el trastorno depresivo anteceda a alcoholismo. La coexistencia de trastorno depresivos y dependencia del alcohol conlleva un peor curso clínico puesto que al consumo de alcohol se añade con frecuencia el de psicofármacos, con el resultado de intoxicaciones más severas, con riesgo de tentativas suicidas, accidentes, traumatismo y alteraciones de la conducta.
Otro de los factores que inciden el el alcoholismo son las rupturas sentimentales de pareja o de relaciones difíciles con estas, principalmente de incomunicación, que le provocan sensaciones de soledad y vacío e inseguridad.
Es conveniente no olvidad que muchas veces la enfermedad le es trasmitida por su pareja alcohólica, pues como hemos visto en otras entradas, el alcoholismo es una enfermedad que se trasmite por contagio social.
A pesar de los cambios culturales existe mayor reprobación social y de rechazo hacia la mujer alcohólica, para ella el reconocimiento del consumo tiene un mayor coste social pues se le cuestiona el cumplimiento de sus atribuciones como pareja y madre. Y aunque la mujer puede aceptar más fácilmente que necesita ayuda, el estigma social dificulta su asistencia a centros de rehabilitación.
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