Este nuevo fármaco, destinado a reducir la
ingesta de alcohol en aquellas personas dependientes, es recomendado como una
ayuda más de todas las que se desarrollan desde un enfoque psicosocial, donde
las terapias de grupo e individuales, junto con la aceptación del propio
enfermo de su problema, forman los elementos esenciales para que el proceso de abandono
del consumo sea un éxito.
En los ensayos clínicos que se realizaron
con 2.000 enfermos, se evidenció un descenso en el consumo de alcohol en un 60
% después de seis meses de tratamiento y en un 40 % al finalizar el primer mes.
Según los datos aportados por la
Farmacéutica, este medicamento actúa sobre el área de recompensa del cerebro
(por ello se reduce el deseo de beber alcohol), que en el caso de enfermos que
sufren de dependencia alcohólica, está mal regulado.
La idea es que este medicamento, al mismo
tiempo que facilita la abstinencia, disminuya también el riesgo de tener
recaídas.