domingo, 13 de enero de 2013

Dependencias: La importancia de no olvidar.

 


     En una terapia que hice varios años en rehabilitación cardíaca, salió el tema del tabaquismo como factor de riesgo en enfermedades coronarias. Se nos preguntó cuántos de los que estábamos allí fumábamos y la respuesta fue unánime, pues ninguno de los allí presentes fumaba, Todos habían dejado de lado a ese mal compañero de viaje.

     Recuerdo esto, pues a pesar de haber dejado de fumar (la mayoría muy recientemente) como consecuencia de una grave enfermedad cardíaca, al irnos preguntando el psicólogo sobre nuestra relación en aquel momento con el tabaco, la inmensa mayoría respondía que eso ya era una relación del pasado, que no sentían deseos de fumar, que no se acordaban para nada del tabaco y otras frases similares que indicaban como que los que allí estábamos  no hubiéramos fumado en toda la vida.


     Digo esto porque a pesar de toda la palabrería que indicaba que la adicción al tabaco estaba totalmente superada, es bien cierto que la estadística dice lo contrario y que entre un 60 y un 70 por ciento (creo recordar) de los que decían que tenían por superada su adicción al tabaco, al cabo de un año volverían a fumar.

     A mí cuando se me preguntó, a pesar de llevar siete años alejado del tabaco, comenté que no se me había olvidado, que mantenía el recuerdo de la adicción, justamente para no olvidarme del daño que me había provocado y aunque ya no lo sentía como una necesidad, recordaba los momentos en que había estado hospitalizado como consecuencia (si no la única, sí la más importante junto con el alcohol) de su consumo.

     Lo mismo nos debe ocurrir con el alcohol. No es conveniente, una vez que hemos logrado superar la adicción, olvidarnos que esta enfermedad está ahí, que la botella está y estará allá donde vallamos y que por ese motivo debemos recordar lo que somos y el daño que el alcohol ha hecho en nuestras vidas y en las vidas de nuestras familias y gentes que nos rodea. Es importante recordar que somos alcohólicos para estar siempre alerta, con la atención puesta en nuestra abstinencia, pues ella debe ser nuestra prioridad desde el momento que hemos puesto en marcha nuestro mecanismo de defensa contra el alcohol.

     La mayoría de las recaídas en la adicción alcohólica suele ser consecuencia de este olvido, una vez superado el miedo, la enfermedad, el abandono familiar o cualquier otra circunstancia que nos llevó a dejar la bebida, olvidamos y pensamos que ahora ya podremos volver a tomar alguna copa, pero con cuidado, sólo tomando una o dos (y ahí es cuando el alcohol no agarra otra vez, pues como he repetido en numerosas ocasiones los bebedores alcohólicos no somos capaces de controlar el alcohol y rápidamente pasamos de tomar una o dos a repetir los mismos patrones de consumo).

     Resumiendo. Seamos conscientes de que somos enfermos alcohólicos y que por lo tanto hemos perdido la capacidad de control que los bebedores sociales sí son capaces de ejercer. No olvidemos que a nosotros, bebedores alcohólicos nos hace daño la primera copa, pues es la puerta de entrada para las grandes ingestas debido a esa falta de control.  

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