sábado, 29 de septiembre de 2012

Fases del alcoholismo. II



     Durante la  fase crucial o crítica se desarrolla la enfermedad y se inicia con la necesidad de beber y caso de no tomar las medidas para la abstinencia, al final nos llevará a la cárcel, al manicomio o al cementerio.

     A diferencia del bebedor social, el bebedor alcohólico el deseo irresistible una vez que prueba la bebida le hace imposible el detenerse hasta que por la (8) perdida de control que ejercía sobre el alcohol llega a la embriaguez.

     Comienza un proceso por el que intentará (9) racionalizar el comportamiento como bebedor, justificando todas y cada una de sus nuevas borracheras, para lo que no dudará en acudir a la mentira.

     Los problemas que le acarrea ya su conducta adictiva hace que su entorno más cercano (familia, trabajo, amigos...) le lleva a fuertes (10) presiones sociales que con excusas intentará limar.

     Cuando las excusas ya no les vale porque no le creen y empieza a perder todo aquello que tenía, comienzan a darse más importancia y a crearse (11) ilusiones de grandeza, donde es más que nadie.

     Comienza a culpar de todo lo que le ocurre a los demás, desarrollando una (12) conducta hostil hacia todos aquellos a los que cree responsables de sus males.

     Descubre que todo en él ha cambiado y crece en el  un (13) remordimiento persistente, haciéndole reflexionar sobre esa sensación de culpa.

     Ese malestar interior, unido a las presiones sociales, le lleva a tomar la decisión de dejar la bebida y lo hace por (14) periodos de abstinencia total que durarán más o menos, pero de nuevo volverá a beber.

     Comprende que le es imposible dejar de beber e intenta beber de otra manera (15) modificando sus hábitos de beber, no reconociendo que no es dueño de su voluntad.

     Comprueba que sufre el (16) abandono de sus amistades pero que no puede prescindir del alcohol, pues trata de controlarlo pero le es imposible.

     Los acontecimientos les superan una y otra vez y al igual que pierde sus amistades la (17) pérdida de empleo no se hace esperar y esa desesperación lo incita más a beber.

     La vida ya no la entiende sin el alcohol, es lo más importante de su vida, más que el trabajo, los amigos, la familia y uno mismo. Es la (18) subordinación completa al alcohol, es su esclavo.

     A medida que la enfermedad alcohólica aumenta, la atención al alcohol es mayor, ya nada le interesa fuera del consumo, se ha creado una (19) apatía hacia otros intereses externos, más allá del alcohol.

     Se comienza a separar de aquellas personas que no beben, (20) reinterpretando sus relaciones interpersonales, rodeándose de personas que como él han hecho del alcohol su forma de vida.

     Llega a verse como una persona desgraciada, humillado en su trabajo, por sus amigos y familia, con una salud quebrada, es una fase de (21) marcada conmiseración de sí mismo, que le incita a seguir consumiendo.

     Tan acosado se siente dentro de su entorno que supone que cambiando de ambiente su vida dará un vuelco y podrá poner fín a sus problemas con el alcohol por lo que planeará (22) fugas geográfica, ya sean reales o ficticias. Pero el problema no desaparecerá.

     En la familia del enfermo alcohólico se produce un (23) cambio en las costumbres familiares, pues la conducta del enfermo les afecta en su relación con el entorno, al verse marcados como la familia del "borracho", también en su relación directa con el enfermo (falta de trabajo, gritos en el hogar, mala higuiene, problemas económicos, etc).

     La conmiseración que sufre llega a convertirse en (24) resentimientos irrazonables, puesto que ahora el odio se apodera de él y culpa de todos sus males a los demás y brotan sus peores sentimientos.

     Y llegados a este punto, lo que más le interesa es  (25) asegurar su abastecimiento de alcohol. por lo que hará todo lo posible porque no le falte, escondiéndolo en diferentes lugares, allá donde crea que esta seguro y le pueda hacer falta.

     Como ya he comentado, la bebida es lo más importante para el enfermo alcohólico, más también que la propia comida, pues toda su energía se verá consumida por el alcohol, por lo que se llega a una etapa en la que se (26) descuida la alimentación, lo que provoca carencias alimentarias y por ende serias enfermedades. 

     Es tal la dejadez en la que ha caído el enfermo, que pronto llegará la (27) primera hospitalización en la que se requiera servicios médicos y que no será la primera ni la única, pues seguirán tropezando en la misma piedra y las recaídas seguirán sucediéndose.

     Uno de los primeros síntomas del descuido al que se tiene sometido al organismo, es el descenso de la líbido, o  (28) disminución del impulso sexual y de fertilidad.

     Bien sea por la disminución de la líbido, la impotencia sexual o el tenso ambiente en el hogar, el enfermo llega a desarrollar unos (29) celos alcohólicos.

     La necesidad de la (30) bebida regular matutina motivada por el síndrome de abstinencia (temblores, ansiedad, debilidad, nauseas, etc.) obliga al enfermo alcohólico a comenzar el día, apenas levantarse, a ingerir alcohol para mitigar los síntomas del síndrome, incluso se despertará obligado a consumir.




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