lunes, 27 de febrero de 2012

Colectivos de especial riesgo.

     Como hemos venido diciendo desde el comienzo, el consumo abusivo de bebidas alcohólicas, trae consigo consecuencias negativas, pero estas son mucho más graves cuando son los jóvenes, las mujeres, personas mayores, embarazadas y madres lactantes.


Los jóvenes:


     Son muchos los jóvenes que se inician en el consumo de bebidas alcohólicas, en edades tempranas, alrededor de los 14 años y sabemos que éste se asocia con absentismo, fracaso escolar, problemas familiares, sociales y de salud.


     Es muy importante el número de adolescentes que usan y abusan del alcohol los fines de semana, al igual que lo es la cantidad de comas etílicos que acuden a urgencias. Para complicarlo más, en esta etapa de la vida, la frecuencia con que se asocia el alcohol y conducción es muy elevada y sus consecuencias muy trágicas.



     El alcohol impide la maduración cerebral, afectando el normal desarrollo físico y sobre todo psicológico de los jóvenes, por lo que estos no deberían tomar ninguna bebida alcohólica.



Las mujeres:

     El sexo femenino presenta unas condiciones especiales que hacen que su organismo tolere peor las bebidas alcohólicas (tomando menos cantidades que los hombres pueden sufrir consecuencias más graves que ellos).


     Entre los jóvenes, el consumo se va equiparando en las chicas con respecto a los chicos. Pero el alcoholismo afecta a las mujeres en una proporción de 1:4, es decir, por cada mujer alcohólica, nos encontramos con cuatro hombres alcohólicos.



     Esto, sin embargo, no es una buena noticia ya que hasta hace solo 10 o 15 años, la proporción era de 1:10, y con un problema añadido, la mujer bebedora suele negar su alcoholismo con mucha más fuerza que el hombre. Además se esconden para beber, no quieren ser vistas, no reconocen su problema y cuando venimos a darnos cuenta, su adicción ya es muy grave. Además de los problemas típicos de las personas alcohólicas (laborales, familiares, sociales, de salud...), en ellas es mucho más acentuado la percepción de baja autoestima y mal autoconcepto.

La mujer alcohólica, necesitará de mayor atención, más cariño y dedicación por parte de todos.


Las personas mayores:

     En este caso podemos hablar de dos tipos de ancianos alcohólicos.


     Por un lado estarían aquellos que durante casi toda su vida han sido consumidores importantes de bebidas alcohólicas y en esta etapa de la vida se le unen otras enfermedades propias de su edad, asociadas o no al consumo alcohólico y a la mayor medicación a la que están sometidos.

     Por otro lado están aquellas otras personas que sin haber tenido un consumo importante de alcohol, al llegar a esta nueva etapa, donde la falta de adaptación, le hace parecer una persona inútil y su vida carente de sentido, llevándole a caer en la adicción.

     En el primer caso habrá que enfocar el problema como de salud física, puesto que si la persona es capaz de dejar el consumo alcohólico, se encontrará mejor.

     En el segundo caso se refleja una situación de estrés psicológico y de falta de autoestima y proyección de futuro, por lo que una vez conseguida la abstinencia, habrá que procurar una serie de actividades que le permitan sentirse útil, y sobre todo donde aprenda a querer y sentirse querido.


Embarazadas y madres lactantes:

     El consumo de bebidas alcohólicas durante el embarazo, está de sobra conocido, provoca efectos muy negativos en el recién nacido, tales como retraso en el desarrollo psicomotor, hiperactividad, bajo peso y talla al nacer, retraso mental y la aparición de malformaciones. A este cuadro médico se le denomina "Síndrome Alcohólico Fetal".


     Para que esto se produzca, no es necesario que la madre sea alcohólica, es suficiciente con que ingiera bebidas alcohólicas durante el embarazo

     Una vez se ha producido el alumbramiento, al igual que el alcohol pasa la barrera placentaria y llega al fet, cuando la mujer está en gestación, de la misma manera pasa con la leche de la madre cuando está amamantando a su pequeño, por lo que al amamantar se le estará dando al bebé alcohol, se le está provocando una intoxicación etílica.ente con que ingiera bebidas alcohólicas durante el embarazo, además no se sabe cual es la dosis que puede ocasionar estos problemas.

     Por estas y otras cuestiones, ninguna mujer embarazada debería consumir ni una gota de alcohol, lo mismo que aquellas que estén amamantando a sus pequeños.

lunes, 20 de febrero de 2012

La Familia: Los Hijos.


     El tema de los hijos es muy delicado, pues en su inmensa mayoría de lo que hablamos son de menores que sufren en silencio, solos, la adicción de alguno de sus padres, si no de los dos.

     Estos menores que conviven con un alcohólico, corren mayor riesgo de tener problemas socio-emocionales que aquellos niños que sus padres no son alcohólicos. 

     Además de tener una probabilidad de ser alcohólico cuatro veces superior a de aquellos hijos cuyos padres no tienen problemas con el alcohol, muchas veces se sienten abandonados, no queridos, desarrollando unos sentimientos de culpabilidad y vergüenza, de confusión, de ira. etc.

     Algunos de estos hijos de alcohólicos tratan de actuar de "padres" responsables de la familia, viviendo privados de la compañía y relación de otros niñoa, haciendo que en un futuro no muy lejano, afloren todos
sus traumas.

     Por lo tanto, es muy recomendable el empleo de programas educativos y de grupos de autoayuda, que se realizan a tal fin. Como también lo es el contar con ayuda profesional personalizada a fin de prevenir problemas más serios.
     
     Es muy importante hacerles saber que ellos no son los responsables de los problemas de sus padres y de cómo actuar contra esta enfermedad.

sábado, 18 de febrero de 2012

La Familia: El Marido.



     Prácticamente todo lo comentado hasta ahora, versaba sobre el enfermo alcohólico varón, debido principalmente a que al hablar de esta enfermedad generalizamos en el hombre. Pero, de la misma manera que esta enfermedad afecta al sexo masculino, con mayor virulencia si cabe, afecta a la mujer, por lo que lo hasta ahora expuesto podría hacerse extensible hacia ella. 

     La forma de beber de la mujer suele ser un tanto peculiar y la forma de ayudar por parte de la familia o del marido, es escasa o incluso inexistente, lo que nos hace pensar que es más difícil tratar a una mujer alcohólica. Y aunque no entrañe más dificultades, si requiere un cuidado especial.

     Últimamente se ha observado un incremento en el número de mujeres alcohólicas y un descenso en su edad, y si es vergonzoso para la sociedad actual enfrentrarse con el alcoholismo en general, mucho más lo es para el alcoholismo en la mujer, y por este motivo la mujer termina bebiendo sola, escondiéndose, avergonzándose de su actitud, abandonando las tareas del hogar o laborales y abandonándose a sí misma.

     Las dosis de comprensión y la necesidad de que nos pongamos en su lugar para poderla ayudar será mayor aún que en el hombre alcohólico. Y quién mejor que su marido, su compañero, la persona con la que convive y ha creado un hogar para acompañarla durante su tratamiento, para entenderla y recorrer entre ambos el camino a la abstinencia.

     Esa ayuda en el tratamiento se debe basar en la psicoterapia de grupo, además de ser muy conveniente el enfoque de pareja y el familiar. Además de dejar de beber (imprescindible), hay que solucionar otras cosas más cotidianas, que conlleva tiempo para ver sus frutos, y se debe hacer de forma activa por parte de toda la familia.

     Es necesario pues, contar con la colaboración, desde el primer momento y hasta el final del tratamiento, del marido de la paciente, siempre que no sea demasiado tarde en las relaciones matrimoniales. 


jueves, 16 de febrero de 2012

La Familia: La Esposa.

     Suele suceder que en la mayoría de los casos es la mujer del enfermo alcohólico la que acompaña a su marido al tratamiento, e incluso lo que es más frecuente es que sea ella misma la que fuerce la situación para que el paciente acceda a iniciar un proceso terapéutico, lo que no suele ser igual a que haya una correcta comprensión del problema.

     Es necesario saber que el alcoholismo es una enfermedad, así reconocida por los organismos nacionales e internacionales, que además tiene un carácter crónico y que por lo tanto puede ser recidivante, es decir se pueden presentar recaídas y que no por ello hay que entender que está todo perdido o que estemos equivocados en los planteamientos tomados para el tratamiento.

     En primer lugar cabe pensar que una esposa o madre que tenga un marido o hijo alcohólico, tendrá necesidad de contar su problema, de desahogarse. Para ello está bien que acuda a su médico de cabecera, o a algún especialista, pero no hay que olvidar que en España se ha desarrollado toda una red de Asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados que cuentan ya no sólo con su útil experiencia y la de sus familiares, sino además con profesionales expertos en el tema que podrán escuchar y atender el problema, e incluso le ofrecerán una orientación adecuada para iniciar la solución al mismo.
   
     Es verdad que en muchas ocasiones, la familia se pregunta: -Pero, ¿cómo actuamos?

     Realmente no es que existan normas fijas para todos los casos, pero si unas reglas mínimas en común que se pueden seguir.

     En principio, nunca será bueno ocultar el problema, como tampoco airearlo, pero no intentar hacer ver como si no pasara nada. Hay que hacerle frente.

     En segundo lugar, es necesario buscar ayuda, es muy difícil dejar de beber solo, sin un correcto tratamiento. Cuantas veces nos han dicho: ´"no beberé más", "mañana lo dejo" y lo ha vuelto a hacer.

     En tercer lugar, no hay que cansarse si no conseguimos nada tras unos primeros intentos, buscaremos la orientación más adecuada, pues cerca de nosotros tendremos un lugar donde dirigirnos para encontrar ayuda.

     Y por último deberíamos tener en cuenta que la familia debe actuar como una piña, todos a una, para que el paciente logre ponerse en tratamiento y consiga dejar de beber, si se puede con cariño y comprensión, aunque resulte difícil en algún momento. Hemos de recordar que estamos hablando de tratar a un enfermo.

     Y para esto en ocasiones hay que contener la rabia, el enfado, que aunque justificados no nos servirán de nada si los demostramos ante un estado de embriaguez evidente. Por lo tanto un consejo a seguir siempre: No hay que gritar, discutir, enfadarse ni siquiera intentar dialogar cuando el o la paciente ha llegado tarde o en "mal estado". Vale más que se acueste, que repose, que se le pase la "borrachera" y al día siguiente será el momento de hacerle ver las consecuencias de su mala actuación, tanto para con él como para con su familia, en este momento no estará de más si a través del diálogo llega a sentirse culpable de su conducta, será el momento de exigirle una solución.

     Aunque bien entendido, la solución debe ser para toda la familia, no sólo para el alcohólico, y especialmente para la esposa de éste, que en cierta forma se ha "acostumbrado" a su alcoholismo. Ha aprendido a "convivir con el alcoholismo", lo que llamamos codependencia, y es que en cierta forma el sufrimiento está tan compartido que no sabemos bien quien lo pasa peor.

     En casa se cambian los papeles y la madre tiene que hacer también de padre, llevar las riendas del hogar y controlar la economía (dentro de lo posible). Deduciríamos que al iniciar el tratamiento del paciente, esto debería relajarse, pues en muchas ocasiones sucede todo lo contrario ya que la mujer se encuentra muy cansada, como un corredor de fondo, que llega a una meta que nunca parecía poder alcanzar, y cuando al fin lo consigue, no puede más.

     Aparecen entonces depresión, miedos, inseguridad, es decir todos los síntomas del padecimiento acumulado, que deberían ser también tratados y así la familia poder seguir adelante.

     Por lo tanto la esposa en ese momento pasa a tener un doble papel, uno como paciente (codependiente) y otro como un buen elemento par la ayuda en el tratamiento de su marido.

     Para que se observen buenos resultados en ambos aspectos se han demostrado muy efectivas las psicoterapias de grupo para familiares de alcohólicos, donde aprenden a comprender el problema, donde pueden desahogarse y al mismo tiempo pueden ir generando nuevos hábitos y actitudes par un nuevo futuro sin alcohol en el hogar.


     Si es posible, depediendo de los recursos al alcance, un correcto apoyo psicológico o médico adecuado puede reorientar muchas situaciones anómalas que se generaron durante el alcoholismo del marido. Y aunque es obvio decirlo, lo mismo ocurriría en el caso de un hijo alcohólico y su madre como ayuda terapéutica.

     Debemos destacar por su importancia en el proceso de rehabilitación del enfermo y su familia, los grupos de autoayuda, pilar esencial, de encuentro, reflexión y ayuda mutua para todas las personas que han pasado por una circunstancia similar y han optado por integrarse en las Asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados, dotando a las madres y esposas de confianza y a sus hijos y/o maridos más capacidad para mantener la abstinencia.

lunes, 13 de febrero de 2012

La Familia.


     No podemos olvidar, cuando de alcoholismo se trata, del papel fundamental que la familia juega.

     Principalmente porque es la que sufre directamente las consecuencias de tener un enfermo en casa, de los cambios de humor, de carácter, de las ausencias y de la dejación de funciones.

     Ni vivir, ni convivir con un enfermo alcohólico es tarea fácil y cuanto más cercano está el familiar más se implica en el problema.

     Pérdida de confianza, ausencia de diálogo, discusiones y separaciones son solo algunas de las consecuencias que van minando la armonía familiar.

     Pero las consecuencias las sufre la esposa, los padres, y también los hijos. La tristeza se instaura en el hogar y todos quieren que deje de beber.

     Atendiendo a lo anteriormente expuesto, hay quien además de hablar del enfermo alcohólico, habla de la familia del alcohólico.

     Y al igual que la familia sufre, también es verdad que en muchas ocasiones es la que se encarga de mover los hilos para que se ponga solución.

     Normalmente es la esposa o lo son los hijos los que apoyan el tratamiento, aunque al mismo tiempo ellos también participan en el mismo. Incorporándose en los programas dirigidos a ellos, programas para hijos o grupos de familiares.

     La recuperación del alcohólico pasa por la recuperación de la familia.

     En múltiples ocasiones, el planteamiento que se hace la familia, es el de si realmente puede llegar a entender lo que está sucediendo, pues en algunos momentos se cree que se llega a convivir con un desconocido.


     Se debe de llegar a comprender que cuando una persona está haciendo un consumo abusivo de bebidas alcohólicas, no lo hace de forma voluntaria, el alcohólico no bebe porque quiere, bebe porque lo necesita, porque se lo pide su cuerpo o su mente, no puede "vivir" sin consumir bebidas alcohólicas.


     Es lógico que la familia, la esposa o marido, la pareja, los hijos, la madre, etc... busquen en primer lugar respuestas para comprender mejor lo que está pasando y en segundo lugar, ayuda para poder solucionar lo que para ellos representa en más de un momento un callejón sin salida.

     



viernes, 10 de febrero de 2012

La asociación.


     La asociación, puede ser el vínculo de unión entre la autoayuda, el tratamiento, los profesionales, la reinserción y la rehabilitación.


     Durante muchos años y a pesar del aumento del número de alcohólicos, nadie estaba dando una respuesta a los problemas derivados de los abusos en los consumos de bebidas alcohólicas.

     Por ese motivo y desde aproximadamente la década de los años 70, en distintos puntos de la geografía española algunos alcohólicos rehabilitados, decidieron unirse y constituir las primeras Asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados, en principio y en algunos casos apoyados por profesionales médicos y trabajadores sociales, fundamentalmente.

     De esa forma se daba respuesta a la carencia de recursos para tratar el alcoholismo.

     Esto dio lugar a la creación de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España (F.A.R.E.), el 16 de febrero de 1.976.

     Hoy en día y a pesar de que en algunas Comunidades Autónomas existen ya servicios sanitarios públicos para el tratamiento del alcoholismo, el papel de las asociaciones sigue siendo importantísimo.

     En primer lugar porque gracias a ellas y a sus reivindicaciones, se han conseguido implantar y ofertar recursos públicos, en segundo lugar porque son el complemento ideal para realizar el tratamiento de una forma más integral. Y un tercer punto, las personas que se deciden a participar en las asociaciones, incrementan el compromiso de mantenerse abstinentes y por lo tanto disminuye el riesgo de sufrir una recaída.

     Además el apoyo que ofrece el movimiento asociativo, va dirigido no sólo al enfermo sino también a toda la familia y sociedad.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El grupo de autoayuda.


     En algunos contextos el concepto de grupo se hace más extensivo y no solo se habla de grupo de terapia, sino de grupo de autoayuda. Estos grupos son más numerosos y tienen un carácter más abierto.

     Los grupos de autoayuda o de ayuda mutua, las personas pertenecientes al grupo tenemos el compromiso los unos con los otros, apoyándonos más allá del tiempo que dure la terapia, con encuentros, intercambio de teléfonos, de correos, etc. y la capacidad de contactar cuando alguien precisa de apoyo, consejo o ha tenido algún problema o está en situación de tenerlo (incluida la recaída).

     Este sistema de tratamiento sirve para mantener la abstinencia, evitando las recaídas, siendo las terapias y los grupos de autoayuda las bases de las Asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados.

     De la misma manera que yo estoy ayudando a los demás, los demás me están ayudando a mi.

lunes, 6 de febrero de 2012

¿Se cura el alcoholismo?


     Ya hemos comentado que el alcoholismo se puede catalogar como una enfermedad crónica, y a veces en las enfermedades crónicas aparecen recaídas.


     De esta forma, también nos encontramos con alcohólicos que recaen, por lo que en este caso podemos considerar que:

     Un alcohólico está curado siempre y cuando no vuelva a beber.

     Recaer es tomar cualquier cantidad de alcohol que lleve al bebedor a tener problemas cuando se había conseguido la abstinencia.

     Para entender este aspecto nos sirve de nuevo el ejemplo de la Cartilla del Alcohólico de Lopis Paret:

     "Yo siempre pongo a los enfermos un ejemplo: el del miope. Veamos el ejemplo del miope.
     Imaginemos a un hombre que ve mal y que, a consecuencia de ello, sufre dolores de cabeza y mareos. Un día va al oculista y éste descubre que lo que tiene es miopía. Le receta unas gafas, el enfermo las empieza a usar y desde entonces ve bien y no vuelve a tener dolores de cabeza ni mareos. Pues bien, este enfermo ¿está curado o no?



     -Hombre, si ve bien y se encuentra bien, si que está curado -se me puede decir.



     Y efectivamente lo está. Pero hay un pequeño detalle que quiero subrayar: que tiene que usar gafas, que, si se las quita, vuelve a encontrarse mal. Luego, en un sentido, ni se ha curado ni se va a curar. Pero si ve bien y se encuentra bien, si se acostumbra a llevar gafas hasta el punto de que éstas no le molesten en absoluto, ¿qué más da que esté totalmente curado?.



     Lo mismo pasa con el alcohólico. El alcohólico se cura porque se repone física y mentalmente, porque se pone fuerte y come bien, porque no le duele nada, porque se lleva bien con su familia y con la sociedad, porque recupera la situación y la estima que había perdido, etc. En una palabra, el alcohólico se cura por completo de las complicaciones del alcoholismo y vuelve a ser un hombre feliz.

     Pero, por otra parte, el que ha cruzado las fronteras invisibles del alcoholismo, el que -por un camino o por otro- ha llegado a ser alcohólico, lo será durante toda su vida. En este sentido, el alcoholismo no se cura jamás. El alcohólico, como el miope, tiene que llevar siempre puestas unas gafas: en el caso del alcoholismo, tales "gafas" consisten en no beber una gota de alcohol.

     De este modo, el alcohólico será un alcohólico que no bebe (como el miope será un miope que ve bien) será un alcohólico que se acostumbrará a no beber y no echará de menos el alcohol (como el miope se acostumbra a llevar gafas y se olvida de que las lleva).

     El alcoholismo, pues, vivirá aletargado en el alcoholismo y no dará ninguna señal de vida. Pero, en el momento en que vuelva a probar una gota de alcohol, el demonio del alcoholismo despertará en su interior y (como le sucedería al miope si perdiera sus gafas) volverá a producir las mismas complicaciones que antes -los mismos temblores, los mismos celos, las mismas riñas- porque el alcoholismo propiamente dicho no se cura jamás.



     Del mismo modo, si el fumador que se ha retirado del tabaco vuelve un día a aceptar un cigarrillo, está condenado de nuevo a volver a fumar. Del mismo modo, el fumador que se retira del tabaco siempre será fumador -eso si- pero un fumador que no fuma.



     Pues bien, la misión del médico, en cuanto al alcoholismo, es convertir alcohólico que bebe en un alcohólico que no bebe."

     No todo está perdido cuando se recae, pero no nos vale aquello de que solo es una copa, total por un día, ¿quién se va a enterar?...

     Esto es lo que los mismos alcohólicos denominamos "hacerse la cama", el irte preparando para volver a consumir y sin duda el principio de una vuelta a consumos masivos de alcohol, hasta alcanzar los niveles iniciales, hasta sufrir de nuevo los mismos problemas de salud, afectivos, laborales...

     Si alguien con alguna excusa o por cualquier motivo vuelve a beber, debe comunicarlo inmediatamente a un compañero del grupo, a un familiar que sepa de su problema, a su médico o psicólogo. Solo así podríamos romper una posible cadena de consumos.

     Debemos analizar qué ha pasado, cómo me encuentro, porqué y para qué y valorar lo que se había ganado y lo que se va a perder.

     Y puesto que hay quien cree que puede controlar, recordar que no, no se puede controlar, sucede como con las norias de agua, si llenamos uno de sus cubos, aquello empieza a dar vueltas y además se precisa llenar el siguiente y así sucesivamente y cada vez se coge más velocidad.

     Si no queremos que se mueva la noria, no debemos llenar el primer cubo. Si no queremos reiniciarnos en la adicción, no debemos tomar la primera copa.

     Se dice que se puede aprender de las recaídas, es posible, pero es un aprendizaje que se paga de forma muy dolorosa, con mucho sufrimiento.

     Pero si alguien cae, debe levantarse enseguida, y si no puede sólo que pida ayuda. Por experiencia, mejor si se pide ayuda.


sábado, 4 de febrero de 2012

El tratamiento: ¿Se puede tratar el alcoholismo?



     Sin duda la respuesta es SI, y hoy por hoy contamos con los instrumentos y recursos necesarios para poder ofrecer un buen tratamiento a quien lo necesite.

     No obstante el problema principal será la motivación de la persona y el reconocimiento de la propia enfermedad.

     Es clásico ya decir que tratar a un enfermo alcohólico es como comerse un conejo de monte, lo primero que hay que hacer es cazarlo.

     Para ello debemos contar con los amigos, las asociaciones de autoayuda, el médico de cabecera u otros profesionales que nos ayuden a conseguirlo.

¿Pero en qué consiste el tratamiento?
     El tratamiento consta de tres fases necesarias y complementarias al mismo tiempo, la desintoxicación, la deshabituación y la reinserción. Todo ello para conseguir la Rehabilitación integral de la persona.


1ª. Desintoxicación.
     Una vez que la persona se ha decidido a iniciar un tratamiento, el primer paso consistirá en eliminar cualquier resto de alcohol en su organismo. Para ir avanzando, sería imposible trabajar con alguien que sigue bebiendo.


     El objetivo será eliminar la necesidad física de consumo, y esto en muchas ocasiones se debe hacer utilizando medicamentos para evitar que aparezcan los síntomas propios de la abstinencia, ya sea ansiedad, sudoración, temblores, nauseas, vómitos, insomnio, intranquilidad, etc...

     Estos síntomas se pueden minimizar, se pueden evitar sufrimientos y riesgos innecesarios acudiendo a un médico que establezca una pauta de tratamiento. La pauta siempre irá en consonancia a la gravedad de la dependencia.

     Mayoritariamente, este tipo de tratamientos se hacen de forma ambulatoria, es decir no será necesario ingresar al paciente.

     No obstante en algunos sujetos, pueden existir algunas circunstancias que aconsejarán iniciar el tratamiento de desintoxicación en un medio hospitalario, por ejemplo en aquellas personas que tengan enfermedades orgánicas graves, o bien que hayan tenido antecedentes de intento de tratamiento con dificultades de control o cuando no exista una mínima estructura familiar o social que permita dejar de beber o cuando los síntomas de abstinencia sean muy llamativos, evidentes o graves.

     Hay que recordar que el cuadro más grave que puede aparecer al dejar de beber es el Delirium Tremens (que significa delirar -tener visiones; y tremular -temblor muy fuerte y con agitación psíquica y motora), este cuadro debe ser tratado siempre en un hospital, ya que el que lo sufre puede poner en riesgo su propia vida, si no se trata con una medicación adecuada y una estricta supervisión.

     Pero no hay que tener miedo, entre los 7 y 10 días la persona deja de experimentar molestias.

     Es la fase en la que se deben tener más cuidados pero también es la más rápida.

     Ahora bien, la intensidad y la duración del tratamiento en este primer escalón dependerá de la gravedad de los síntomas.

2ª. Deshabituación.
     Una vez conseguida la abstinencia, el objetivo se va diversificanco. Debemos evitar que vuelva a beber, cuidaremos y trataremos cualquier malestar que pueda sufrir, y al mismo tiempo cambiaremos hábitos, de ahí el término "deshabituación".

     La persona debe aprender a vivir sin tomar bebidas alcohólicas y debe además sentir el cambio como algo satisfactorio para su vida futura y este se puede aprender en las terapias.

Medicación para no beber:
     Para conseguir la deshabituación del enfermo alcohólico, a veces, cuando para el enfermo le resulta difícil abandonar el consumo alcohólico, es necesario recurrir al uso de fármacos que le ayuden a conseguirlo


     Desde hace bastantes años existen en las farmacias unas gotas o pastillas que sirven para que la persona no beba.


     En la magnífica Cartilla Del Alcohólico del Dr. Rafael Llopis Paret se planteaba la cuestión de la siguiente manera:


     "Se trata de unas pastillas o de unas gotas que no hacen ningún efecto en el organismo mientras no se beba alcohol. Pero, si se bebe, entonces se produce un choque terrible y el enfermo se pone a morir. Como se ve, estos medicamentos sirven para suplir la fuerza de voluntad que no tiene el enfermo. Este se toma las pastillas o las gotas y ya sabe que no puede beber alcohol. Hay que hacer, por tanto, mucho hincapié en que jamás deben darse medicamentos sin que lo sepa el propio enfermo. Han de tomarse voluntariamente, en forma plenamente consciente y deliberada
.
     Tomarlos es como estar encerrado en un sanatorio, porque el que los toma no puede beber alcohol. Pero es estar encerrado sólo en lo que se refiere a la bebida.



     El enfermo entra y sale, va al trabajo, alterna con sus amigos, frecuenta incluso su bar o tertulia, pero no debe beber alcohol.



     Las pastillas o gotas para no beber, como es natural, no entienden si el enfermo ha tenido un gran disgusto que le obliga a beber o una gran alegría que hay que celebrar con vino. Tampoco entiende si es nochebuena, o la boda de fulanito, o el bautizo de la hija de menganito. Estos medicamentos ignoran todas las sutilezas con que el alcohólico pretende engañarse a sí mismo. Para ellos el alcohol es alcohol, vaya servido en forma de sidra, de cerveza, de vino, de vermouth, de quina, de jerez, de anís o de vodka. Incluso la pequeña cantidad de alcohol que contiene el vinagre desencadena la terrible reacción.



     Y es que, naturalmente, el enfermo alcohólico tiene que dejar de beber toda clase de alcohol.

Y el que ha tomado estas pastillas o gotas se tiene que aguantar sin beber, por muchas ganas que tenga de hacerlo.



     Si no las hubiera tomado, a lo mejor se bebía "una cañita sólo" y luego venían otras dieciséis después, mas luego vinos, algún vermouth y por fin, bebidas exóticas ya en plena euforia alcohólica.

De modo que, gracias a estos medicamentos, el enfermo se acostumbra a vivir sin beber. Y lo hace en la calle, en el bar, con sus amigos y compañeros, es decir, en el mismísimo escenario de sus triples hazañas alcohólicas. De esta manera se agotan sus reflejos condicionados y se desintegran sus esquemas de conducta alcohólicos. Las pastillas o gotas para no beber son, como decía uno de mis enfermos, un par de muletas que te ayudad a andar mientras las piernas cogen fuerza. Al cabo de un plazo de tiempo que determinará el médico, el enfermo podrá dejar de tomar estos medicamentos. Ya habrá recuperado su dominio de sí mismo y podrá vencer, sin ayuda química, la tentación de beber, porque, durante el tiempo que ha estado sin beber, la tentación se ha ido debilitando y su voluntad se ha ido robusteciendo.



     Si fracasan con pastillas o las gotas para no beber, bien porque el enfermo beba aunque se ponga malo, bien porque el enfermo no sea capaz de hacer ni el mínimo esfuerzo que representa tomar unas pastillas o unas gotas (porque de ese modo, naturalmente, puede beber), entonces hay que empezar el tratamiento por el escalón más bajo".

     Se trata de dos medicamentos con pocos efectos secundarios y bastante bien tolerados.

     Pero en caso de que la persona beba alcohol mientras se esté medicando puede experimentar alguno de los siguientes síntomas: Efecto semáforo: Vasodilatación, Taquicardia, Nauseas, Sudoración, Mareos, Dolor precordial, Pérdida de conocimiento, etc...

     La efectividad de este tipo de tratamiento se basa en la ayuda que su efecto molesto proporciona a la persona que le cuesta dejar de beber, ya que se vuelve consciente de que mezclar alcohol con la medicación la va a provocar síntomas, disuadiéndolo en su intento de consumir.

     Es conveniente, dada las características de este tipo de medicación, que sea tutelada por algún familiar, amigo... y que se dé siempre con el conocimiento y autorización de la persona que vaya a tomarlo. No hay que darlo nunca si el paciente no es consciente de su toma.

     En el dilema ¿gotas o pastillas?, comentar que el mecanismo de acción es igual y se utilizará lo que el médico estime conveniente, teniendo en cuenta y también lo que sea más cómodo y adecuado para el paciente.

     A veces se puede utilizar otra medicación para ayudar a la persona a mentener la abstinencia. En los últimos años han aparecido nuevos fármacos que disminuyen la ansiedad, el deseo de beber o la impulsividad
hacia el consumo de bebidas alcohólicas.

     Por eso, es importante explicar al médico que nos trate, cómo nos encontramos, ya que si él estima oportuno y no hay incompatibilidades con estos fármacos, puede resultar más fácil dejar de beber o incluso mantener la abstinencia.

     Lo importante es confiar en los profesionales, así conseguiremos que la mejoría sea en todos los sentidos.

La terapia:
     En ocasiones, dejar de beber no resulta demasiado difícil, pero la dificultad aparece en mantener la abstinencia a lo largo del tiempo.

     Y es que no es suficiente con dejar de beber. La persona debe cambiar costumbres, hábitos, conductas y a veces la forma de entender algunas cosas y responder a ellas.

     Desde hace casi 100 años se sabe que además de la medicación, resulta muy importante tratar de facilitar ese tipo de cambios en la persona y par conseguirlo la mejor forma es la terapia, la psicoterapia, individual, de pareja, familiar o de grupo, dependiendo de las necesidades y características de la persona.

     El caso será facilitar a la persona un mejor conocimiento de su enfermedad, de lo que le ha ocurrido y le está ocurriendo. Incluso que aprenda a conocerse a sí mismo, y por medio del conocimiento, empezar a trabajar los cambios a realizar para mantenerse abstinente, mejorar lo negativo y ser mejor persona en definitiva.

3ª. Reinserción:
     Las personas que beben, no solo pierden la salud, pierden también los amigos, el trabajo, la familia y en ocasiones por los problemas económicos incluso la vivienda.

     Otros, pueden haber tenido problemas con la justicia, a consecuencia de lo "mal que les sienta la bebida", lo que ha provocado peleas, riñas o que conduzcan bajo los efectos del alcohol.

     La sociedad rechaza este tipo de comportamientos, pero también la persona se rechaza a ella misma, se aísla y cuando deja de beber empieza a ser consciente de todo lo que ha perdido.

     La reinserción consiste principalmente en reintegrarse en la sociedad, en el barrio, con lo vecinos, volver a ser aceptado y querido por la familia o los compañeros de trabajo, volver a ser al fin y al cabo una persona respetuosa y respetable.

     Existen en muchos municipios, recursos para cumplir estos objetivos, hay que hablar con la trabajadora social y ponerse manos a la obra.

     Pero también la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados, será una pieza fundamental. Participando en actividades, dejando que los demás ayuden al más nuevo, al que tiene necesidades, y cuando uno se recupera, ayudando a los demás.

     Nadie debería dejar de beber sin más, la abstinencia debe ser el medio par lograr ser la persona que uno fue, o mejor, la que debería haber sido, una PERSONA en mayúsculas.

jueves, 2 de febrero de 2012

Consecuencias del alcoholismo.


  La mayoría de enfermedades producen malestar organismo, sobre todo físico, algunas enfermedades pueden presentarse  como padecimientos psicológicos.    

     La característica fundamental del alcoholismo es que las complicaciones que aporte, serán tanto físicas, como psicológicas y sociales.

     Si la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice que la enfermedad es el desequilibrio bio-psico-social de la persona, el alcoholismo cumple todos los aspectos.


Veamos:

Fisicas.
     Las consecuencias físicas ocasionadas por el alcohol, probablemente afecten a todo el cuerpo pues todo él está expuesto a enfermar.

     Desde que el alcohol se ingiere por la boca y pasa por el esófago, estómago y se absorbe en el intestino delgado, está provocando molestias, ya que puede irritar la mucosa de todo el aparato digestivo. Pero cuando se absorbe pasa a sangre y de la sangre al sistema nervioso.

     Se metaboliza, es decir se degrada, para ser eliminado en el hígado, se elimina por los riñones y finalmente se vierte al exterior por la orina en forma de una sustancia parecida a la acetona.

     Luego, aparato digestivo, sangre, sistema nervioso, hígado, riñones, etc... pueden terminar dañados.

     La enfermedad que más se conoce, como consecuencia del abuso de alcohol, es lo que provoca en el hígado en forma de hígado graso, hepatitis o cirrosis, ya que el 90 % del alcohol pasará por el hígado para ser eliminado.

     Lo que sabemos es que a mayores cantidades y mayor tiempo de consumos, mayor gravedad en la aparición de enfermedades.

     Asusta la cirrosis, y es que es el grado más grave de afectación del hígado, una parte importante del hígado va a dejar de funcionar para siempre, no se puede recuperar. Pero se puede detener el avance de la enfermedad.

     Ahora bien, para tratar cualquiera de las consecuencias físicas, el primer paso es siempre la abstinencia. De este modo se podrá recuperar todo lo posible y evitar que vuelva a aparecer el daño o que este se complique aún más.

Psicológicas.
     Si como hemos dicho, el alcohol pasa al Sistema Nervioso Central, va a provocar una serie de efectos en el funcionamiento del cerebro y por ello en la manera de actuar de la persona. En pequeñas cantidades actúa como un euforizante y provoca irritabilidad en la persona, pero realmente el alcohol es un depresor que además desinhibe algunos comportamientos, por ese motivo una persona bebida, pierde el contro, la vergüenza, el sentido del ridículo y la compostura. Termina haciendo barbaridades.

     Desde estos cambios de conducta, hasta la aparición de comportamientos anómalos, violencia, agresividad, tristeza, ansiedad, depresión o aparición de cuadros psiquiátricos más graves; van a conformar un grupo de alteraciones psicológicas que puede sufrir el bebedor.

     Muchas de ellas tratables si se deja de beber, otras con mal pronóstico, pero todas ellas nefastas si se sigue bebiendo.

     Sabemos por ejemplo que la probabilidad de suicidio entre los alcohólicos triplica las cifras con respecto a la población general.

Sociales.
     Como consecuencia del daño global de la persona, el alcohólico va perdiendo amigos, trabajo y familia.

     Su deterioro puede ser tan elevado que se quede sin nada y sin nadie y que la sociedad, que al principio le reía las gracias, termine por rechazarlo. Además pueden aparecer implicaciones de tipo legal en relación a peleas, conducción o comisión de algún delito.

     Con esta perspectiva no es de extrañar que para el mejor tratamiento se requiera la ayuda de familiares, alcohólicos rehabilitados, médicos, psicólogos, trabajadores sociales y a veces incluso abogados.