jueves, 27 de diciembre de 2012

Alcohol y fiestas navideñas.



     Llegaron las fiestas de Navidad y con ellas las celebraciones y reuniones con familiares, compañeros de empresa y amigos, en donde las comidas, cenas, brindis, etc. suelen ser realizados con importantes ingestas de alcohol, por lo que aumenta el riesgo de una recaída para las personas que nos encontramos en un proceso de rehabilitación y este hecho nos va a suponer un esfuerzo extra para mantener nuestra abstinencia.

     Si usted es un bebedor social o bebedor moderado permítame recordarle que si en ningún caso es lógico pensar que para disfrutar y pasárselo bien se haga necesario beber hasta la embriaguez, en estas fiestas navideñas lo es menos, pues los riesgos en la conducción y el encontrarse con otro conductor ebrio son mayores. Se pueden mantener todos los rituales navideños sin hacer uso del alcohol, cambiando este  por otro tipo de bebida  sin alcohol.

     Y para todos aquellos que como yo, traspasamos el umbral de bebedor social a bebedor alcohólico y por lo tanto no debemos tomar contacto con nada que contenga alcohol (ni tan siquiera las bebidas sin alcohol que nos recuerden al consumo alcohólico -cerveza, mosto, licores sin…-), recordarles si cree que le va a resultar difícil mantenerse sin beber, la conveniencia de limitar o incluso evitar aquellas reuniones en las que consumir bebidas que contienen alcohol parece obligado.

     Si como enfermo alcohólico estás acudiendo a algún tipo de terapia para superar su adicción, durante estas fiestas se hace especial hincapié en reforzar la decisión de no reincidir en su adicción, proponiendo habilidades para saber resistir las tentaciones que en estos días se multiplican.

     Salud y mis mejores deseos para los que algún día decidieron dejar de beber y para aquellos otros que se lo están planteando, para aquellos que tienen un familiar enfermo, para los que trabajan por la recuperación.

      En definitiva: un FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Que hacer y que no ante un familiar alcohólico. Y II



     No le conceda demasiada importancia a sus celos infundados ya que son consecuencia de su enfermedad que le crea inseguridad y distanciamiento de la realidad.

     Es importante el no distanciarle de sus hijos. Haga de intermediaria explicándole que su padre/madre no fue así, que es la enfermedad la que le hace emplear esa conducta y que necesita la ayuda de todos los miembros de la familia para que vuelva a ser el buen padre/madre que un día fue.

     Cuente con toda la ayuda que logre acaparar en favor de su familia (médica, asistencial, social, psicológica, religiosa, familiar…), pues cuanta más ayuda obtenga más fácil le resultará empezar a encontrar soluciones.

     Sea firme y comprensivo/a al mismo tiempo como la mejor manera para el inicio de una recuperación y si ha iniciado un tratamiento habrá de apoyarle y reconocer los avances que se vayan produciendo. No desfallezca si durante el proceso tiene una recaída, pues se suelen producir en alguna ocasión y forma parte del proceso de recuperación.

     Ayuden  aportando factores positivos para su abstinencia y prevengan aquellos factores de riesgo que le permitan hacer más fácil y llevadera su abstinencia y recuperación.

     Todo lo pasado y aprendido durante el proceso alcohólico de su familiar les habrá provocado tensiones por lo que es deseable establecer una terapia familiar con algún profesional y con familiares de alcohólicos/as que como ustedes, han pasado por trances similares. 

     Es importante que la experiencia y el conocimiento sobre la enfermedad que han adquirido durante el largo tiempo de espera en la recuperación de su familiar les sirva para ayudar a otras familias que en ese momento estén pasando por donde ustedes han pasado, intentando apoyar desde la serenidad y el saber, que de esta enfermedad se puede salir y que si bien la tarea es ardua, los resultados merecen la pena.

Que hacer y que no ante un familiar alcohólico. I


    

     Al tratar con un familiar enfermo alcohólico, debemos seguir unas pautas para intentar que acepte su condición, pues si dejar de beber para él es una tarea muy ardua, sin el reconocimientos de su enfermedad es casi imposible.


     Primeramente hemos de ser nosotros mismos quienes reconozcamos que se trata de un enfermo y no de un vicioso. Y que se trata de un enfermo que se encuentra en esa situación no porque quiera, si no porque precisamente es su enfermedad la que le impide dejar de beber.

     Debemos ser perseverantes y no dejarnos desanimar por como se encuentra. No debemos perder la esperanza en su recuperación, ni tampoco culparse por no saber cómo actuar mejor.
De nada de van a servir las amenazas (máxime si no piensa cumplirlas), pues le fortalecerán  en su consumo sabiendo que no las va a cumplir.

     No recurra al sentimentalismo del tipo “si te importáramos dejarías de beber” para que abandone el consumo, pues muy a su pesar no deja de beber porque no puede, no porque no les quiera.

     El discutir de nada servirá porque si está ebrio no se enterará y pretenderá llevar él siempre la razón, y si se encuentra sobrio podría servirle de excusa para beber con más intensidad para intentar evadirse. Los familiares han de mostrarse serenos  y con la intención de poder ayudarle.

     Es absolutamente erróneo el intentar proteger al enfermo ante la bebida (retirar toda bebida alcohólica de casa, comunicar en los lugares que frecuenta para beber que no le administren alcohol, perseguirle, etc.) ya que de este modo su estado de ánimo se vería negativamente afectado y de seguro compraría la bebida en cualquier otro lugar donde le sea vendido. Tampoco es conveniente ni el atosigamiento ni la persecución (seguirle con la intención de verle entrar en un bar, intentar olerle el aliento, etc.
         
     No inicie usted la conversación sobre el tipo de consumo de alcohol que tiene. Si el familiar lo desea que lo inicie él, alentando aquellos avances positivos que veamos que ha logrado y sugiriendo aquellos otros en los que no estemos de acuerdo.

     Es un grave error el acompañarle a beber, pensando quizás que de este modo beberá menos, algo que no sucederá e incluso si empezaba a tener en mente el empezar a dejar de beber, conseguirá que ni se lo plantee.

sábado, 24 de noviembre de 2012

¿Cómo desde la familia podemos ayudar al enfermo alcohólico?. (I)

     En numerosas ocasiones, en la Asociación se nos presenta esta pregunta por parte de la familia : ¿Qué podemos hacer por mi familiar que es alcohólico?


     Debemos recordar que el alcoholismo no es una enfermedad que afecte a un solo individuo, pues de la misma manera que afecta a quien directamente lo consume, también la familia en su conjunto se ve afectada, al igual que el conjunto de la sociedad (trabajo, amistades, salud, etc.).

     En ciertas ocasiones el enfermo alcohólico reconoce su problema e intenta buscar una solución acercándose a un centro de atención de alcoholismo o bien a su centro de salud, aunque en gran parte de las ocasiones  esto no sucede así , pues no son capaces de  reconocer su enfermedad y para ello recurrirá  a una serie de excusas que le sirvan para creerse su propia mentira  (bebo para relacionarme mejor,  son los nervios el motivo por el que bebo, no bebo tanto, otros beben más que yo, puedo dejarlo cuando quiera...)
Principalmente es la pareja la que viene solicitando ayuda o bien los hijos cuando estos son mayores preguntando de qué manera pueden logar que  ese ser querido deje su comportamiento alcohólico que está pudriendo la célula familiar desde dentro.

     El principal problema al que se debe enfrentar la familia de una persona alcohólica es que del alcoholismo, sólo puede salir el enfermo. Por mucho que se le amenace, se le esconda el dinero, la bebida de casa  o cualquier otra cosa que se nos ocurra, el alcohólico hará lo imposible por conseguir su bebida, pues en gran parte si no toda, su vida depende de su consumo.

     Como primera medida debería ser hablar con la persona aquejada de la enfermedad, por supuesto estando  sobria, alentándole desde el cariño de su forma de beber sin control y los perjuicios que esto ocasiona sobre el conjunto de la familia, informándole que se trata de una enfermedad que no ha deseado, pero que debe ser tratada, que no es un vicio y que mucha gente sufre su mismo problema y ha logrado salir de esa situación de deterioro. Muy posiblemente expondrá que él o ella no tienen ningún problema con el alcohol, que puede dejarlo cuando se lo proponga, etc. Algo que saben que es falso pero lo emplean como método de defensa para seguir consumiendo.

    

domingo, 18 de noviembre de 2012

Bebidas "sin" alcohol.

     Si en cualquier bebedor social, que no es dependiente del alcohol es recomendable el tomar cualquier clase de bebida de las denominadas sin alcohol, como sustitutivas de las tradicionales bebidas con alcohol (cerveza, vino, ron, licores...), que le pueden servir en determinadas circunstancias como medio más sano de facilitar la integración social en un ambiente en el que se hace uso de bebidas alcohólicas, no ocurre lo mismo en aquellos que hemos traspasado el umbral que separa a los bebedores sociales de los bebedores dependientes y es que el uso de las "sin" no facilita la abstinencia dado el importante componente psicológico que su uso conlleva.

Color, sabor, olor, presentación...
 nos recuerda el consumo anterior
     Debemos recordar que al renunciar al alcohol debemos luchar contra la dependencia física, que oscila entre unos pocos días y el mes (en algunas circunstancias muy especiales hasta el mes y medio) y también debemos enfrentarnos a la dependencia psíquica de mayor duración, por lo que es a esta a la que debemos prestar mayor atención.

     Y es que toda bebida que nos recuerde al alcohol nos estará limitando para romper los lazos psíquicos que todavía nos une a esa dependencia de la que estamos tratando de superar y en no pocas ocasiones, el consumo de este tipo de bebidas "sin" (catalogada como factor de riesgo en las recaídas) hace que se produzcan recaídas que bien podríamos habernos evitado si hubiéramos sido capaces de abandonar el lazo "sin" que nos sigue recordando a cuando tomábamos la bebida alcohólica.

     Y es que este tipo de bebida nos recuerda el consumo anterior de alcohol, tanto por su presentación, como por su color, olor, sabor y hasta por su sonido y vuelvo a repetir que su uso es un riesgo que en muchas ocasiones desemboca en una recaída.

     Además de los expuesto se debe tener en cuenta que prácticamente todas las bebidas denominadas "sin" contienen algo de alcohol, por lo que para aquellos enfermos alcohólicos que se estén medicando con interdictores del alcohol (disulfiram -Antabús- o la cianamida cálcica -Colme-) se desaconseja consumir este tipo de bebidas pues podrían en algunas personas provocar reacciones adversas.

   


martes, 6 de noviembre de 2012

¿Problema?



¿Bebes porque tienes un problema?

O...


¿Tienes un problema porque bebes?

Acude a tu médico o acercate a un centro de rehabilitación. (ellos te pueden ayudar)

domingo, 4 de noviembre de 2012

Recaídas.

     El logro de haber dejado el uso de bebidas alcohólicas por parte del enfermo, puede verse interrumpida por las recaídas, que implica el retorno al hábito de beber.

     Primeramente debemos diferenciar entre lo que es una recaída propiamente dicha de lo que es un pinchazo, desliz o tropiezo. En el primer caso el alcohólico abstemio durante al menos por un mes, hace tres o cuatro consumiciones durante un plazo de tres o más días; mientras consideramos un pinchazo a la ingesta ocasional y aislada, motivada por factores coyunturales.

     El mayor riesgo de recaídas incide durante los tres primeros meses desde que el alcohólico se aleja del consumo de bebidas alcohólicas.


     Las recaídas han de afrontarse como una parte más de la terapia, dándole y tratándola con toda la seriedad que sin duda tiene, puesto que no en pocas ocasiones, esta lleva al enfermo alcohólico a un estado de más gravedad que el inicial, incluso hay recaídas de las que el enfermo jamás se recupera. De tal forma debemos considerarlas como un serio aviso que algo no ha funcionado bien y que debemos averiguar qué factores han sido los desencadenantes para que se haya producido la recaída y  para que estos en el futuro puedan ser reforzados.


     El enfermo debe estar percatado de los riesgos que ciertas situaciones ejercen sobre la abstinencia a fin de poder evitarlas o en su caso afrontarlas con cierta garantía de éxito, desde el conocimiento y experiencias de compañeros de terapia.

     Los factores de riesgo mas hábituales, por lo que debemos conocer serían:

    -    Factores médicos: Son los originados por la supresión precoz del tratamiento; o bien que este sea inadecuado o inexistente y la aprobación de ingerir bebidas sin alcohol.

  -  Factores internos: Principalmente la desmotivación para mantener la abstinencia, la incidencia de un proceso depresivo, la relajación y olvido de los sentimientos que nos llevó a la abstinencia... También en algunas ocasiones como medio de chantaje a personas próximas o buscando la obtención de algún tipo de prestación social (pensión, incapacidad, minusvalía, etc.)

   -   Factores externos: El más frecuente está relacionado con un disgusto familiar, aunque también una frustración o una emoción social positiva (celebración) o negativa suelen estar presentes en este tipo de factores de presión ambiental para volver a consumir alcohol.

    -    Factores múltiples: En ocasiones se dan la circunstancias de varios factores que concurren para que el enfermo alcohólico vuelva a beber.

     

Politoxicomanía.


     Si hasta hace unos años la norma con respecto a las adicciones era la del sujeto cuyo  principal consumo adictivo eran el alcohol, asociado con el tabaco, hoy en día es muy difícil encontrar enfermos que solo sean alcohólicos, debido al cambio la forma de consumo, pues ahora lo habitual es encontrarnos con personas que consumen varias sustancias a la vez, ya sea de forma combinada o sustitutiva.

     La tendencia actual, no es otra que la de servirse de una droga como preferida (mayoritariamente alcohol) y reservar el resto en función de su disponibilidad y precio. De esta manera se hace del alcohol la vía de acceso a las otras drogas, simultaneándose unas sustancias con otras.

     La interacción del alcohol con otras drogas, principalmente con hachís, marihuana y sobre todo cocaína, producen una potenciación de los efectos nocivos de las sustancias.


Entre los 14 y los 16 años.
Inicio en el consumo. Generalmente alcohol y/o cannabis

Entre los 17 y los 20 años.
Aumento en el consumo de alcohol. Consumo de estimulantes (Éxtasis) y cannabis.


Entre los 20 y los 25 años.
Sigue el aumento en el consumo de alcohol. Se incorpora el consumo de cocaína.
  
A partir de los 25 años.
Consumo y adicción al alcohol y cocaína. Consumo ocasional de cannabis y tranquilizantes.

A partir de los 30-40 años.
   Enfermo politoxicómano con dependencia al alcohol, cocaína y otras sustancias.



Patología Dual.



     En algunas ocasiones, durante las terapias, ha salido esta expresión y en no pocas ocasiones la gente desconoce lo que viene a significar.

     Hablamos de patología dual en aquellos casos es los que se asocian al menos una enfermedad mental a por lo menos una adicción (ejemplo: Depresión junto al consumo de alcohol y cocaína).

     Este nexo se da un una proporción bastante alta de consumidores de sustancias adictivas, principalmente la cocaína y el alcohol (62,7 % y 61,2 % respectivamente), siendo los trastornos mentales más frecuentes los de personalidad, el riesgo de suicidio y maniaco-depresivos.


     El patrón estándar sería el de un hombre de unos 37 años, soltero y con estudios primarios que conviven con sus padres y laboralmente activos.

     No se puede plantear el dilema si se llega a ser adicto a una sustancia por padecer algún trastorno psiquiátrico o viceversa, puesto que las drogas causan problemas mentales y también los problemas mentales llevan a las adicciones. Podríamos decir que son dos enfermedades en una sola, que haría necesaria la intervención conjunta de especialistas en salud mental y en drogodependencias.

     Según calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2.020, el 75 % de los enfermos mentales crónicos, padecerán además de algún problema de adicción

miércoles, 17 de octubre de 2012

Alcoholismo femenino y su terapéutica. Y II


     Terminamos con el entresacado del artículo "Alcoholismo femenino y su terapéutica" de la Dra. Irma Morales de Flores y el Padre Luis Alberto Valverde Obando, publicado en la "Revista de Ciencias Sociales" de la Universidad de Costa Rica.


     "La mujer que trabaja también tiene muchos problemas similares pero los suyos no pueden aislarse de su relación con su patrono. Los resultados de su hábito se traducen al ausentismo debido a dolores de cabeza, resfríos, gripe y otras enfermedades que sirven de excusa en sus intentos por ocultar su hábito de beber a los ojos de sus compañeros de trabajo y de su patrono. No pasa mucho tiempo antes que se vea en la necesidad de solicitar ayuda en la solución de su problema o en la de encararse a la posibilidad del despido.

     Cuando la mujer adicta se presenta o se presta a tratamiento ya en un largo tiempo de estar ocultando su hábito y de ser protegida por la familia, amigos y la sociedad, puede al final ser literalmente rechazada por la familia, los amigos y sociedad. Es definida muy frecuentemente cuando llega a este punto, como una mujer caída. Conforme aumenta la sensación de que es una persona malquerida, derrotada e incapaz, se hace más retraída, engañosa y manipuladora, absorbida por el desprecio y el odio hacia sí misma, es destructiva y hostil y al mismo tiempo se siente culpable y llena de remordimientos; se ha convertido en una persona socialmente aislada e incomunicada que utiliza  mecanismos de autodefensa tales como: la negación, la racionalización, la proyección y el autoengaño para evitar mayores angustias físicas y mentales.

     Pese a todo lo anterior para una mujer resulta más soportable el sufrir su enfermedad que el enfrentarse al estigma de ser llamada alcohólica. Por estar tratando con una enfermedad progresiva e incurable podemos deducir de manera muy aproximada la etapa en que se encuentra y las medidas a tomas para detenerla. Debemos recordar que las recaídas durante los primeros meses de tratamiento son de esperar y que pueden haber recaídas aún después de muchos meses de sobriedad. Por tanto es de especial importancia el que alguien asuma el papel y la responsabilidad de ser coordinador, amigo y terapeuta a largo plazo para la mujer adicta…"

Alcoholismo femenino y su terapéutica. I


Por su claridad extraemos del artículo "Alcoholismo femenino y su terapéutica" de la Dra. Irma Morales de Flores y el Padre Luis Alberto Valverde Obando, publicado en la "Revista de Ciencias Sociales" de la Universidad de Costa Rica, algunas secuencias:


    "El alcoholismo en la mujer se inicia, por lo general, como consecuencia de la lenta acumulación de necesidades emocionales no resueltas ni satisfechas en los campos del amor, la significación y el sentido de pertenencia, en una cultura dentro de la cual la costumbre de beber socialmente es práctica común y aceptada. Ella descubre casi de inmediato sus efectos analgésicos así como otros más que recibe con placer. Se da cuenta de que ahora se puede sentir a gusto con otros y de que ya no padece de miedo y encuentra salida a sus resentimientos contenidos y a sus hostilidades hacia aquellos cuya desaprobación teme. Libera sus inhibiciones y siente que puede expresarse, que se la conoce como persona, es más como persona muy importante.

     La suave corriente que la lleva de la bebida social al alcoholismo es tan lenta que la mujer adicta jamás se da cuenta de tal hecho. No ve, ahora utiliza el alcohol más como droga y anestésico que como bebida y más en busca de un resultado específico que con un propósito social. La mujer adicta llevará muchas máscaras durante las etapas progresivas de su enfermedad en el desesperado esfuerzo por ocultar la creciente dependencia del alcohol y los cambios físicos y de personalidad que comienzan a ocurrirle. Tratará de compensar excesivamente el hábito de beber y la conducta irregular cuando incurre en él, tratando de ser la esposa y ama de casa perfecta, la madre modelo, la mejor de las amas de casa. Reforzada por unos cuantos tragos de más durante el transcurso de la velada, luchará por ser la anfitriona alegre, ingeniosa y encantadora. La amenaza y el temor de ser descubierta, representa para ella un rechazo por los seres a los cuales ama y la lleva desesperadamente a tratar de complacer a todo el mundo.

     Conforme la mujer adicta va avanzando hacia las últimas etapas del alcoholismo pierde su individualidad y tiende a parecerse cada vez más a sus hermanas alcohólicas, pronto surgen en ella sensaciones de inquietud y aprehensión y siente que algo anda mal, pero es incapaz de identificarlo; padece fatiga, inquietud, falta de apetito, insomnio y finalmente padece de agotamiento completo y total. Pero trata aún de cumplir con sus deberes como madre y esposa, pero dada la notable diferencia entre su conducta actual y la anterior, provoca las quejas y críticas de su familia. Al hacerse más intenso su sentido de culpa y sus remordimientos y su necesidad de salvar y aliviar sus crecientes temores, ansiedades y dolores, crece también su dependencia de las cualidades anestésicas del alcohol como escape de los dolores físicos y síquicos y de los problemas de la vida cotidiana." 

martes, 16 de octubre de 2012

Cuadro del alcoholismo femenino.

     Lo habitual en la ingestión de alcohol es que la haga en la más absoluta soledad, dentro del hogar, donde su abuso alcohólico pase desapercibido y tomando a escondidas, motivado en buena parte por sus sentimientos de culpa y vergüenza, que no le permite el beber de forma desordenada fuera de casa.

                           
     La progresión de su alcoholismo provoca la ingesta de grades cantidades de alcohol, muchas veces asociado al consumo de ansiolíticos, llegando frecuentemente a la embriaguez comatosa. Durante los primeros años seguirá su evolución dentro de la más absoluta clandestinidad hasta que es descubierta su secreta afición por su pareja y desde ese momento desarrollará una lucha interna entre la realidad y el intento de negar todo.

     En la mayoría de los casos del alcoholismo femenino se da en una mujer que busca en el alcohol una forma de desinhibirse y liberarse de su situación abriendo paso a un mundo nuevo.

     La convivencia de una mujer alcohólica con su pareja se hace difícil (más que cuando el enfermo es él) pues su compañero suele ser poco tolerante y comprensivo con lo que le ocurre a su pareja, por lo que provoca la ruptura. La sociedad tampoco se lo pone fácil, pues sufre el rechazo, mayor que en el alcohólico, y rápidamente es tachada como borracha, viciosa y otros adjetivos más hirientes, que hacen que se refugie aún más en la botella intentando borrar la sensación de soledad y amargura en que está sumida.

     Y como la mujer es mucho más sensible a la intoxicación alcohólica, por los factores que en otra entrada hemos comentado, con menores dosis de alcohol y tiempos de intoxicación por lo tanto más cortos, presentará las mismas complicaciones de salud física y mental que los hombres, pero con mucha mayor antelación que ellos.

Factores de riesgo en la mujer alcohólica.

     El factor de riesgo más importante en la mujer es la existencia de un trastorno depresivo o ansioso que va muy unido a la forma del beber femenino. Las mujeres presentan mayores tasas de trastornos de ansiedad y afectivos que los hombres y lo habitual (66 %) es que el trastorno depresivo anteceda a alcoholismo. La coexistencia de trastorno depresivos y dependencia del alcohol conlleva un peor curso clínico puesto que al consumo de alcohol se añade con frecuencia el de psicofármacos, con el resultado de intoxicaciones más severas, con riesgo de tentativas suicidas, accidentes, traumatismo y alteraciones de la conducta.

      Otro de los factores que inciden el el alcoholismo son las rupturas sentimentales de pareja o de relaciones difíciles con estas, principalmente de incomunicación, que le provocan sensaciones de soledad y vacío e inseguridad.

     Es conveniente no olvidad que muchas veces la enfermedad le es trasmitida por su pareja alcohólica, pues como hemos visto en otras entradas, el alcoholismo es una enfermedad que se trasmite por contagio social.


     A pesar de los cambios culturales existe mayor reprobación social y de rechazo hacia la mujer alcohólica, para ella el reconocimiento del consumo tiene un mayor coste social pues se le cuestiona el cumplimiento de sus atribuciones como pareja y madre. Y aunque la mujer puede aceptar más fácilmente que necesita ayuda, el estigma social dificulta su asistencia a centros de rehabilitación. 

Alcoholismo en la mujer.

     Aún siendo la enfermedad alcohólica la misma en hombres y mujeres y compartir muchas características comunes, hay aspectos diferenciales que es conveniente conocer.

     Tradicionalmente el hombre ha consumido alcohol en más cantidad y de mayor graduación que la mujer, motivado en parte por la función maternal que esta tiene y por un código de moral más rígido que ha logrado reducir el consumo en el sexo femenino, al menos hasta hace relativamente pocos años, pues el alcoholismo femenino ha ido en aumento, como lo ha hecho el consumo, motivado principalmente por la liberación de los tabúes y frenos sociales, por la mayor libertad individual de la mujer y su incorporación a la vida laboral y profesional, lo que les proporciona una mayor independencia.

     La edad de comienzo del consumo abusivo del alcohol en la mujer está entre los 30-40 años y a diferencia con los varones, desarrolla la enfermedad después de contraer matrimonio o de una unión sentimental.

     En el comienzo más tardío en la mujer alcohólica, interviene el aprendizaje, que lo hace más tarde y como método de cambiar su mundo íntimo (baja autoestima, preocupación excesiva por no estar a la altura de asumir un papel en la sociedad...) por lo que su forma de beber la canaliza desde el secretismo y la clandestinidad,

     La mujer tolera peor que el hombre el alcohol, lo que por un lado le puede reportar un beneficio protector contra el consumo abusivo. Y que lo tolere peor se debe principalmente a una peor metabolización que en el  hombre y a la mayor presencia de tejido graso en su organismo que provoca un mayor efecto del alcohol.

lunes, 15 de octubre de 2012

Consumo de alcohol y juventud.

     Por desgracia el problema del alcohol y otras sustancias en nuestra juventud, se ha disparado en los últimos tiempos, representando al día de hoy el mayor problema de salud durante esta etapa de la vida (como primera causa de muerte entre jóvenes figura los accidentes de conducción bajo los efectos del alcohol y como segunda causa el suicidio).

     Son muchos los jóvenes que de inician en el consumo a muy temprana edad, y lo hacen con el pretexto de sentirse más seguros y desinhibidos con el grupo, lo que junto a la falta de principios éticos y al mayor nivel económico de las familias y mayor permisibilidad de la sociedad con el consumo de bebidas embriagantes, facilitan el consumo cada vez a edades más tempranas. 

     La cultura del alcohol en la juventud, hace que su consumo sea el principal referente a la hora de salir a divertirse (viene a ser como que sin alcohol no hay diversión) y lo hacen de una manera irreflexiva (unos beben porque los otros también beben).


     La primera embriaguez viene a producirse entre los 15-16 años, y a los 16 años la práctica totalidad de jóvenes ya han probado en alguna ocasión el alcohol. El consumo habitual se suele producir en la calle y en grupo, no relacionado con la comida, y se hace de manera copiosa y muy rápidamente. Se suelen ingerir mezclas de licores combinados con refrescos de cola, limón, naranja, etc.

     Como se ha dicho, la forma de beber habitual de los jóvenes es hacerlo en grupo, por lo que el adolescente que no bebe, queda marginado y autoexcluido, puesto que no encaja con la forma que tienen el resto de componentes del grupo de actuar y pensar. Se irá y le irán alejando paulatinamente.

     En otras ocasiones también hemos comentado la mayor capacidad de "enganche" a las sustancias adictiva de las personas más jóvenes, al no contar con las suficientes defensas físicas y psíquicas. Como consecuencia de esta mayor vulnerabilidad, a estas edades es muy posible que se den casos de coma etílico, que ha de ser tratado por especialistas médicos.  Si por debajo de los 16 años la causa más frecuente de intoxicación aguda es la bebida, entre los 16 y 24 años la causa ha de buscarse en sustancias psicótropas unidas al alcohol (alcohol, marihuana y cocaína).

     En la Asociación vemos como una invisible división generacional en donde los más jóvenes son politoxicómanos donde se han ido mezclando diversas sustancias, mientras los de más edad son consumidores de alcohol y tabaco (y mantienen que no son adictos a otros tóxicos porque en su época se desconocían esas otras sustancias o no eran de fácil acceso).

domingo, 14 de octubre de 2012

Ingesta de alcohol intermitente.

     Este modo de beber consiste en unos consumos excesivos de forma episódica, dejando entre unas y otras tomas varios días e incluso meses, como consecuencia de sentimientos de culpa y vergüenza, que provoca en el bebedor hasta que con el paso del tiempo esta defensa psicológica se debilita y vuelve a beber.

     El bebedor tipo de este consumo es el que denominamos "bebedor de fin de semana",  donde el consumidor los días de trabajo se abstienen para no verse afectado por el consumo en sus relaciones laborales y sociales, y al  verse liberado de sus obligaciones en los días de libranza comienzan a consumir de forma desenfrenada.


     Muchos de estos bebedores piensan que no tienen problemas de adicción, pues son capaces de controlarse el resto de la semana, por eso es importante recordarles que esta enfermedad es progresiva y aunque la bebida no les va a suponer un señalamiento en sus relaciones socio-laborales, no significa que siempre va a beber de esa manera, sino que los plazos de abstinencia se van a ir acortando hasta hacerse un bebedor alcoholizado, por lo que sentiran la necesidad de consumir todos los días y a todas la horas.


     De los que llegaron a traspasar el umbral del bebedor social a bebedor alcohólico, muchos lo eran del tipo de bebedores intermitentes de "fin de semana".

PROVINCIA

PROVINCIA ALICANTE
ALICANTE / Relacionan el alto consumo intermitente de alcohol y la muerte neuronal en los jóvenes
Expertos del Centro Príncipe Felipe de Valencia creen que este hábito está relacionado con la aparición de dificultades de aprendizaje
LA VERDAD/ALICANTE

viernes, 12 de octubre de 2012

Petición de ayuda.


 Sólo  tú  puedes  dejarlo               


  Pero  tú  solo  no  puedes.



  Cerca de ti hay un centro de rehabilitación.

                     No  esperes más.

Etapas de alcoholismo según el Dr. Alonso-Fernández.


Distingue varias etapas:

     Existe una primera etapa que llama pre-alcohólica donde la persona toma contacto con el alcohol y hace de su consumo ocasional en forma de alivio, bebe unas cuantas copas que le reportan momentos de felicidad y recreo, para regresar al hogar sin causar molestias. Sin embargo, el uso constante de alcohol va modificando el metabolismo químico del organismo y aumenta la tolerancia por lo que cada día consume mayores cantidades de alcohol para sentir los mismos efectos que antaño. 

     Durante la primera etapa, se manifiesta por distintos tipos de vivencias alcohólicas, conforme los individuos perciben su uso y efectos. 

     Así tenemos al bebedor excesivo regular, que es aquel sujeto que bebe mucho y que nunca o casi nunca llega a emborracharse, de carácter afable y con control sobre la conducta, que se entrega a la bebida movido por factores sociales.

     El bebedor excesivo irregular, también catalogado como alcoholómano, es una persona que se entrega a la bebida como medio de alivio de experiencias negativas, de forma regular o intermitente, sin que tenga capacidad de control sobre la conducta cuando se encuentra bebido.

     El bebedor enfermo psíquico hace uso del alcohol como medio para neutralizar alguno de los síntomas de su enfermedad, como puedan ser depresión, estados paranoídes...
                                 

Tipo
Motivación
Vivencias
Modo de beber
Conexión con   el alcohol
PRIMERA ETAPA
Bebedor excesivo regular
sociocultural
 Mundanas y sociales
Regular y cotidiano
Abuso
Alcoholómano
Psicológico
Evasión de la realidad
Irregular (embriagueces)
Dependencia
Bebedor enfermo psíquico
Psicopatológica
Neutralización de síntomas de problemas psíquicos subyacentes
Regular o irregular
Abuso o dependencia psicológica
SEGUNDA ETAPA
Bebedor alcoholizado
Necesidad física de alcohol etílico
Degradación de la personalidad
Continuo
Dependencia física biológica

     En una segunda etapa tenemos al bebedor alcoholizado que necesita beber para mitigar los efectos físicos adversos que le causa la abstinencia con una total incapacidad de control.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Fases del alcoholismo. Y IV



     En un afán de sentirse mejor, busca la compañía de personas que aún están peor que él en la enfermedad y comienza a  (35) beber con personas socialmente inferiores, drogadictos, delincuentes, indeseables... contrayendo hábitos aún peores.

     Entre sus nuevos acompañantes y la escasez de recursos inicia una nueva forma de (36) consumo de productos industriales, no aptos para beber, de gran toxicidad (a veces mortal), de menor costo y que mezclan con otras bebidas para rebajarles la potencia alcohólica. Llegado a este punto de casi no retorno, las cartas ya están echadas y jugadas, la vida se le escapa. Se aislan en pequeños guetos, despreciados por la sociedad que los insultan, la familia que reniega de ellos, sucios y desastrados, enfermos de cuerpo y alma. En fin hundidos en el fondo del pozo del alcoholismo del que tan solo un milagro les puede sacar.

     El organismo ya no le permite asimilar toda la bebida que consume y se produce una (37) disminución de la tolerancia al alcohol, por lo que ahora con muy pequeñas dosis que ingiera le lleva a la embriaguez.

     Gravemente enfermo de cuerpo y alma sufre (38) temblores indefinibles, aparecen fobias y delirios de persecución social. Desconoce el tiempo que vive, confundiendo pasado y presente y sufriendo el futuro cercano pues piensa que cada nuevo día será el último. Se maldice y odia a la sociedad. Vive días de terror y miedos acentuados por su sentimientos de culpa y remordimiento.

     Ni el alcohol que antes le servia para calmar los síntomas del síndrome de abstinencia, les sirve ahora para evitar (39) temblores persistentes pues sus nervios han perdido su capacidad de estar en reposo y más que mejorar, empeora con la ingesta de nuevas dosis etílicas.

     Se produce una (40) inhibición psico-motora donde el alcohólico no puede hacer los movimientos más elementales, pues ha perdido toda la coordinación y el control de sus nervios y músculos.

     (41) La ingestión de alcohol toma un carácter obsesivo y el enfermo no puede parar de beber y hará cualquier cosa por conseguir su dosis.

     Un gran porcentaje intenta arroparse en (42) vagos sentimientos religiosos con el propósito de encontrar un remanso de paz, pero son muy pocos los que lo logran. Otros lo intentarán en otros tipos de grupos no muy adecuados para ellos.

     El mundo se le viene abajo, (43) todo el sistema racionalista se rompe y se ve en un callejón sin salida, ni una mísera luz por la que intentar salir.

     Si logra una (44) hospitalización definitiva, allí pasará sus últimos días, solo y abandonado.

     En la última fase del enfermo alcohólico le espera la (45) perdida de la vida, si con suerte en un hospital o en un manicomio, aunque la mayoría de las veces muere en la calle por un accidente o muerte violenta, otros en la cárcel por delitos cometidos como consecuencia de su alcoholismo.

Consideraciones: Aquellas personas que piensen que tienen problemas con el alcohol o pudieran tenerlos en un futuro, o un familiar, o un amigo o simplemente un compañero por el que sintamos un gran aprecio, se les recomienda que visiten a las asociaciones que se encargan de velar por los enfermos alcohólicos y prevenir esta enfermedad, pues son atendidas por enfermos alcohólicos y familiares de enfermos alcohólicos por lo que saben y entienden de lo que se les habla desde la óptica de la adicción alcohólica. Cerca de un enfermo alcohólico existe una asociación que le ayudarán con esta enfermedad.


Fases del alcoholismo. III


     

     En la fase crónica de la enfermedad se va adquiriendo la necesidad, cada vez más apremiante, de tomar alcohol como método de mitigar su malestar físico y mental. El modo de consumo es más por necesidad que por otra causa.

     La ingestión de alcohol durante esta etapa la hace de forma continua, llevando al enfermo a un estado de  (31) embriaguez prolongada, aumentando el deterioro mental, familiar, laboral, económico,  de salud, etc., lo que provocará en él un aumento de la ingestl tratando de aminorar esa pesadumbre.

     En esta espiral de consumo y sufrimiento, la persona alcohólica se abandona a sí misma, intenta olvidarse de todo, de la miseria en la que vive, de la decadencia en la que está sumido, e incluso hará de todo por conseguir un nuevo trago. El alcohol lo ha sumido en un profundo (32) deterioro ético marcado.

     Después de tantos años de ingesta alcohólica, el sistema neuronal se ha ido destruyendo, sin posibilidad de regeneración, lo que provocará una (33) disminución de las capacidades mentales, en la que su memoria, su capacidad de concentración y atención, su raciocinio y en definitiva, su juicio se vaya perdiendo.

     El individuo experimenta un distanciamiento de la realidad, producto de una (34)  psicosis alcohólica que se definirá en una patología dependiendo del tipo de psicosis, que le arrastrarán a la demencia:

          -  Psicosis alcohólica  que  se originan debido  al  uso excesivo del alcohol, aunque es la personalidad     del bebedor la que determina este tipo de psicosis.

           -  Intoxicación alcohólica es  una  forma simple de psicosis en la que el enfermo alcohólico  puede o  no caer.  Su  duración puede durar entre unos pocos minutos y las 24 h. y  puede  ser atendida  de manera ambulatoria. 

          -   Delirium Tremens es la psicosis más conocida  y suele aparece como consecuencia de haber dejado de beber en aquellos casos en  los que el   enfermo   ha   alcanzado  un  altísimo  nivel  de consumo.    Se manifiesta en forma de ilusiones y alucinaciones.  Su  duración oscila entre los 3 y 10 días y sin un tratamiento hospitalario adecuado, puede llegar a provocar el fallecimiento del sujeto que lo sufre.

          -   Síndrome o psicosis de Korsakof afecta  al  sistema nervioso en la que en el individuo se producen perdidas de la memoria cercana. La duración suele ser de entre las 6 y 8 semanas  y  salvo reincidencias,  la recuperación es completa.

          -   Alucinosis aguda se presenta como un cuadro de esquizofrenia con síntomas igual al delirium tremens , aunque  intesificados,  puesto que las alucinaciones  son  más  claras  y  terribles,  provocando en los enfermos  unas  sensaciones  de  auténtico  terror.  Su  duración  oscila  entre unos días hasta un mes.

          -   Paranoia alcohólica   de  origen   sicológico,  empieza   con  un  delirio  de  celos  y  se caracteriza por  encontrarle  defectos  a todo. En muchos  de  los  casos  este  tipo  de psicosis  hará  del enfermo  asiduos internamientos en hospitales psiquiátricos.

          -   Psicosis depresiva que es una variante de la psicosis maníaco-depresiva, donde  el  enfermo  cae en una profunda tristeza que puede durar meses y años. En casos de reincidencia puede desarrollar hacia una cronificación de la psicosis.

          -   Pseudoparálisis alcohólica,  producida  por  el  deterioro  de las fibras  alcohólicas  la  persona enferma puede  quedar recluido en una silla de ruedas. Presenta ilusiones y alucinaciones con claros síntomas de delirios de grandeza. La recuperación puede ser completa, pero ante continuas recaidas al paiente le van quedando secuelas irreparables. 

               -     Psicosis   delirante   crónica,    en  donde  las  características   del   delirium  tremens  se   presentan  en  un  principio,   pero  que  se  irán  acentuando las alucinaciones auditivas, oyendo el enfermo voces por todos  los  lados,  que le amenazan,  les llaman  e incluso les piden que tomen  alcohol  para   sentirse bien.   Esta  psicosis  puede  llegar  a ser crónica    por  lo  que   el   enfermo  quedará  recluido  en  un  hospital  psiquiátrico de por vida.