sábado, 24 de noviembre de 2012

¿Cómo desde la familia podemos ayudar al enfermo alcohólico?. (I)

     En numerosas ocasiones, en la Asociación se nos presenta esta pregunta por parte de la familia : ¿Qué podemos hacer por mi familiar que es alcohólico?


     Debemos recordar que el alcoholismo no es una enfermedad que afecte a un solo individuo, pues de la misma manera que afecta a quien directamente lo consume, también la familia en su conjunto se ve afectada, al igual que el conjunto de la sociedad (trabajo, amistades, salud, etc.).

     En ciertas ocasiones el enfermo alcohólico reconoce su problema e intenta buscar una solución acercándose a un centro de atención de alcoholismo o bien a su centro de salud, aunque en gran parte de las ocasiones  esto no sucede así , pues no son capaces de  reconocer su enfermedad y para ello recurrirá  a una serie de excusas que le sirvan para creerse su propia mentira  (bebo para relacionarme mejor,  son los nervios el motivo por el que bebo, no bebo tanto, otros beben más que yo, puedo dejarlo cuando quiera...)
Principalmente es la pareja la que viene solicitando ayuda o bien los hijos cuando estos son mayores preguntando de qué manera pueden logar que  ese ser querido deje su comportamiento alcohólico que está pudriendo la célula familiar desde dentro.

     El principal problema al que se debe enfrentar la familia de una persona alcohólica es que del alcoholismo, sólo puede salir el enfermo. Por mucho que se le amenace, se le esconda el dinero, la bebida de casa  o cualquier otra cosa que se nos ocurra, el alcohólico hará lo imposible por conseguir su bebida, pues en gran parte si no toda, su vida depende de su consumo.

     Como primera medida debería ser hablar con la persona aquejada de la enfermedad, por supuesto estando  sobria, alentándole desde el cariño de su forma de beber sin control y los perjuicios que esto ocasiona sobre el conjunto de la familia, informándole que se trata de una enfermedad que no ha deseado, pero que debe ser tratada, que no es un vicio y que mucha gente sufre su mismo problema y ha logrado salir de esa situación de deterioro. Muy posiblemente expondrá que él o ella no tienen ningún problema con el alcohol, que puede dejarlo cuando se lo proponga, etc. Algo que saben que es falso pero lo emplean como método de defensa para seguir consumiendo.

    

domingo, 18 de noviembre de 2012

Bebidas "sin" alcohol.

     Si en cualquier bebedor social, que no es dependiente del alcohol es recomendable el tomar cualquier clase de bebida de las denominadas sin alcohol, como sustitutivas de las tradicionales bebidas con alcohol (cerveza, vino, ron, licores...), que le pueden servir en determinadas circunstancias como medio más sano de facilitar la integración social en un ambiente en el que se hace uso de bebidas alcohólicas, no ocurre lo mismo en aquellos que hemos traspasado el umbral que separa a los bebedores sociales de los bebedores dependientes y es que el uso de las "sin" no facilita la abstinencia dado el importante componente psicológico que su uso conlleva.

Color, sabor, olor, presentación...
 nos recuerda el consumo anterior
     Debemos recordar que al renunciar al alcohol debemos luchar contra la dependencia física, que oscila entre unos pocos días y el mes (en algunas circunstancias muy especiales hasta el mes y medio) y también debemos enfrentarnos a la dependencia psíquica de mayor duración, por lo que es a esta a la que debemos prestar mayor atención.

     Y es que toda bebida que nos recuerde al alcohol nos estará limitando para romper los lazos psíquicos que todavía nos une a esa dependencia de la que estamos tratando de superar y en no pocas ocasiones, el consumo de este tipo de bebidas "sin" (catalogada como factor de riesgo en las recaídas) hace que se produzcan recaídas que bien podríamos habernos evitado si hubiéramos sido capaces de abandonar el lazo "sin" que nos sigue recordando a cuando tomábamos la bebida alcohólica.

     Y es que este tipo de bebida nos recuerda el consumo anterior de alcohol, tanto por su presentación, como por su color, olor, sabor y hasta por su sonido y vuelvo a repetir que su uso es un riesgo que en muchas ocasiones desemboca en una recaída.

     Además de los expuesto se debe tener en cuenta que prácticamente todas las bebidas denominadas "sin" contienen algo de alcohol, por lo que para aquellos enfermos alcohólicos que se estén medicando con interdictores del alcohol (disulfiram -Antabús- o la cianamida cálcica -Colme-) se desaconseja consumir este tipo de bebidas pues podrían en algunas personas provocar reacciones adversas.

   


martes, 6 de noviembre de 2012

¿Problema?



¿Bebes porque tienes un problema?

O...


¿Tienes un problema porque bebes?

Acude a tu médico o acercate a un centro de rehabilitación. (ellos te pueden ayudar)

domingo, 4 de noviembre de 2012

Recaídas.

     El logro de haber dejado el uso de bebidas alcohólicas por parte del enfermo, puede verse interrumpida por las recaídas, que implica el retorno al hábito de beber.

     Primeramente debemos diferenciar entre lo que es una recaída propiamente dicha de lo que es un pinchazo, desliz o tropiezo. En el primer caso el alcohólico abstemio durante al menos por un mes, hace tres o cuatro consumiciones durante un plazo de tres o más días; mientras consideramos un pinchazo a la ingesta ocasional y aislada, motivada por factores coyunturales.

     El mayor riesgo de recaídas incide durante los tres primeros meses desde que el alcohólico se aleja del consumo de bebidas alcohólicas.


     Las recaídas han de afrontarse como una parte más de la terapia, dándole y tratándola con toda la seriedad que sin duda tiene, puesto que no en pocas ocasiones, esta lleva al enfermo alcohólico a un estado de más gravedad que el inicial, incluso hay recaídas de las que el enfermo jamás se recupera. De tal forma debemos considerarlas como un serio aviso que algo no ha funcionado bien y que debemos averiguar qué factores han sido los desencadenantes para que se haya producido la recaída y  para que estos en el futuro puedan ser reforzados.


     El enfermo debe estar percatado de los riesgos que ciertas situaciones ejercen sobre la abstinencia a fin de poder evitarlas o en su caso afrontarlas con cierta garantía de éxito, desde el conocimiento y experiencias de compañeros de terapia.

     Los factores de riesgo mas hábituales, por lo que debemos conocer serían:

    -    Factores médicos: Son los originados por la supresión precoz del tratamiento; o bien que este sea inadecuado o inexistente y la aprobación de ingerir bebidas sin alcohol.

  -  Factores internos: Principalmente la desmotivación para mantener la abstinencia, la incidencia de un proceso depresivo, la relajación y olvido de los sentimientos que nos llevó a la abstinencia... También en algunas ocasiones como medio de chantaje a personas próximas o buscando la obtención de algún tipo de prestación social (pensión, incapacidad, minusvalía, etc.)

   -   Factores externos: El más frecuente está relacionado con un disgusto familiar, aunque también una frustración o una emoción social positiva (celebración) o negativa suelen estar presentes en este tipo de factores de presión ambiental para volver a consumir alcohol.

    -    Factores múltiples: En ocasiones se dan la circunstancias de varios factores que concurren para que el enfermo alcohólico vuelva a beber.

     

Politoxicomanía.


     Si hasta hace unos años la norma con respecto a las adicciones era la del sujeto cuyo  principal consumo adictivo eran el alcohol, asociado con el tabaco, hoy en día es muy difícil encontrar enfermos que solo sean alcohólicos, debido al cambio la forma de consumo, pues ahora lo habitual es encontrarnos con personas que consumen varias sustancias a la vez, ya sea de forma combinada o sustitutiva.

     La tendencia actual, no es otra que la de servirse de una droga como preferida (mayoritariamente alcohol) y reservar el resto en función de su disponibilidad y precio. De esta manera se hace del alcohol la vía de acceso a las otras drogas, simultaneándose unas sustancias con otras.

     La interacción del alcohol con otras drogas, principalmente con hachís, marihuana y sobre todo cocaína, producen una potenciación de los efectos nocivos de las sustancias.


Entre los 14 y los 16 años.
Inicio en el consumo. Generalmente alcohol y/o cannabis

Entre los 17 y los 20 años.
Aumento en el consumo de alcohol. Consumo de estimulantes (Éxtasis) y cannabis.


Entre los 20 y los 25 años.
Sigue el aumento en el consumo de alcohol. Se incorpora el consumo de cocaína.
  
A partir de los 25 años.
Consumo y adicción al alcohol y cocaína. Consumo ocasional de cannabis y tranquilizantes.

A partir de los 30-40 años.
   Enfermo politoxicómano con dependencia al alcohol, cocaína y otras sustancias.



Patología Dual.



     En algunas ocasiones, durante las terapias, ha salido esta expresión y en no pocas ocasiones la gente desconoce lo que viene a significar.

     Hablamos de patología dual en aquellos casos es los que se asocian al menos una enfermedad mental a por lo menos una adicción (ejemplo: Depresión junto al consumo de alcohol y cocaína).

     Este nexo se da un una proporción bastante alta de consumidores de sustancias adictivas, principalmente la cocaína y el alcohol (62,7 % y 61,2 % respectivamente), siendo los trastornos mentales más frecuentes los de personalidad, el riesgo de suicidio y maniaco-depresivos.


     El patrón estándar sería el de un hombre de unos 37 años, soltero y con estudios primarios que conviven con sus padres y laboralmente activos.

     No se puede plantear el dilema si se llega a ser adicto a una sustancia por padecer algún trastorno psiquiátrico o viceversa, puesto que las drogas causan problemas mentales y también los problemas mentales llevan a las adicciones. Podríamos decir que son dos enfermedades en una sola, que haría necesaria la intervención conjunta de especialistas en salud mental y en drogodependencias.

     Según calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2.020, el 75 % de los enfermos mentales crónicos, padecerán además de algún problema de adicción