sábado, 4 de febrero de 2012

El tratamiento: ¿Se puede tratar el alcoholismo?



     Sin duda la respuesta es SI, y hoy por hoy contamos con los instrumentos y recursos necesarios para poder ofrecer un buen tratamiento a quien lo necesite.

     No obstante el problema principal será la motivación de la persona y el reconocimiento de la propia enfermedad.

     Es clásico ya decir que tratar a un enfermo alcohólico es como comerse un conejo de monte, lo primero que hay que hacer es cazarlo.

     Para ello debemos contar con los amigos, las asociaciones de autoayuda, el médico de cabecera u otros profesionales que nos ayuden a conseguirlo.

¿Pero en qué consiste el tratamiento?
     El tratamiento consta de tres fases necesarias y complementarias al mismo tiempo, la desintoxicación, la deshabituación y la reinserción. Todo ello para conseguir la Rehabilitación integral de la persona.


1ª. Desintoxicación.
     Una vez que la persona se ha decidido a iniciar un tratamiento, el primer paso consistirá en eliminar cualquier resto de alcohol en su organismo. Para ir avanzando, sería imposible trabajar con alguien que sigue bebiendo.


     El objetivo será eliminar la necesidad física de consumo, y esto en muchas ocasiones se debe hacer utilizando medicamentos para evitar que aparezcan los síntomas propios de la abstinencia, ya sea ansiedad, sudoración, temblores, nauseas, vómitos, insomnio, intranquilidad, etc...

     Estos síntomas se pueden minimizar, se pueden evitar sufrimientos y riesgos innecesarios acudiendo a un médico que establezca una pauta de tratamiento. La pauta siempre irá en consonancia a la gravedad de la dependencia.

     Mayoritariamente, este tipo de tratamientos se hacen de forma ambulatoria, es decir no será necesario ingresar al paciente.

     No obstante en algunos sujetos, pueden existir algunas circunstancias que aconsejarán iniciar el tratamiento de desintoxicación en un medio hospitalario, por ejemplo en aquellas personas que tengan enfermedades orgánicas graves, o bien que hayan tenido antecedentes de intento de tratamiento con dificultades de control o cuando no exista una mínima estructura familiar o social que permita dejar de beber o cuando los síntomas de abstinencia sean muy llamativos, evidentes o graves.

     Hay que recordar que el cuadro más grave que puede aparecer al dejar de beber es el Delirium Tremens (que significa delirar -tener visiones; y tremular -temblor muy fuerte y con agitación psíquica y motora), este cuadro debe ser tratado siempre en un hospital, ya que el que lo sufre puede poner en riesgo su propia vida, si no se trata con una medicación adecuada y una estricta supervisión.

     Pero no hay que tener miedo, entre los 7 y 10 días la persona deja de experimentar molestias.

     Es la fase en la que se deben tener más cuidados pero también es la más rápida.

     Ahora bien, la intensidad y la duración del tratamiento en este primer escalón dependerá de la gravedad de los síntomas.

2ª. Deshabituación.
     Una vez conseguida la abstinencia, el objetivo se va diversificanco. Debemos evitar que vuelva a beber, cuidaremos y trataremos cualquier malestar que pueda sufrir, y al mismo tiempo cambiaremos hábitos, de ahí el término "deshabituación".

     La persona debe aprender a vivir sin tomar bebidas alcohólicas y debe además sentir el cambio como algo satisfactorio para su vida futura y este se puede aprender en las terapias.

Medicación para no beber:
     Para conseguir la deshabituación del enfermo alcohólico, a veces, cuando para el enfermo le resulta difícil abandonar el consumo alcohólico, es necesario recurrir al uso de fármacos que le ayuden a conseguirlo


     Desde hace bastantes años existen en las farmacias unas gotas o pastillas que sirven para que la persona no beba.


     En la magnífica Cartilla Del Alcohólico del Dr. Rafael Llopis Paret se planteaba la cuestión de la siguiente manera:


     "Se trata de unas pastillas o de unas gotas que no hacen ningún efecto en el organismo mientras no se beba alcohol. Pero, si se bebe, entonces se produce un choque terrible y el enfermo se pone a morir. Como se ve, estos medicamentos sirven para suplir la fuerza de voluntad que no tiene el enfermo. Este se toma las pastillas o las gotas y ya sabe que no puede beber alcohol. Hay que hacer, por tanto, mucho hincapié en que jamás deben darse medicamentos sin que lo sepa el propio enfermo. Han de tomarse voluntariamente, en forma plenamente consciente y deliberada
.
     Tomarlos es como estar encerrado en un sanatorio, porque el que los toma no puede beber alcohol. Pero es estar encerrado sólo en lo que se refiere a la bebida.



     El enfermo entra y sale, va al trabajo, alterna con sus amigos, frecuenta incluso su bar o tertulia, pero no debe beber alcohol.



     Las pastillas o gotas para no beber, como es natural, no entienden si el enfermo ha tenido un gran disgusto que le obliga a beber o una gran alegría que hay que celebrar con vino. Tampoco entiende si es nochebuena, o la boda de fulanito, o el bautizo de la hija de menganito. Estos medicamentos ignoran todas las sutilezas con que el alcohólico pretende engañarse a sí mismo. Para ellos el alcohol es alcohol, vaya servido en forma de sidra, de cerveza, de vino, de vermouth, de quina, de jerez, de anís o de vodka. Incluso la pequeña cantidad de alcohol que contiene el vinagre desencadena la terrible reacción.



     Y es que, naturalmente, el enfermo alcohólico tiene que dejar de beber toda clase de alcohol.

Y el que ha tomado estas pastillas o gotas se tiene que aguantar sin beber, por muchas ganas que tenga de hacerlo.



     Si no las hubiera tomado, a lo mejor se bebía "una cañita sólo" y luego venían otras dieciséis después, mas luego vinos, algún vermouth y por fin, bebidas exóticas ya en plena euforia alcohólica.

De modo que, gracias a estos medicamentos, el enfermo se acostumbra a vivir sin beber. Y lo hace en la calle, en el bar, con sus amigos y compañeros, es decir, en el mismísimo escenario de sus triples hazañas alcohólicas. De esta manera se agotan sus reflejos condicionados y se desintegran sus esquemas de conducta alcohólicos. Las pastillas o gotas para no beber son, como decía uno de mis enfermos, un par de muletas que te ayudad a andar mientras las piernas cogen fuerza. Al cabo de un plazo de tiempo que determinará el médico, el enfermo podrá dejar de tomar estos medicamentos. Ya habrá recuperado su dominio de sí mismo y podrá vencer, sin ayuda química, la tentación de beber, porque, durante el tiempo que ha estado sin beber, la tentación se ha ido debilitando y su voluntad se ha ido robusteciendo.



     Si fracasan con pastillas o las gotas para no beber, bien porque el enfermo beba aunque se ponga malo, bien porque el enfermo no sea capaz de hacer ni el mínimo esfuerzo que representa tomar unas pastillas o unas gotas (porque de ese modo, naturalmente, puede beber), entonces hay que empezar el tratamiento por el escalón más bajo".

     Se trata de dos medicamentos con pocos efectos secundarios y bastante bien tolerados.

     Pero en caso de que la persona beba alcohol mientras se esté medicando puede experimentar alguno de los siguientes síntomas: Efecto semáforo: Vasodilatación, Taquicardia, Nauseas, Sudoración, Mareos, Dolor precordial, Pérdida de conocimiento, etc...

     La efectividad de este tipo de tratamiento se basa en la ayuda que su efecto molesto proporciona a la persona que le cuesta dejar de beber, ya que se vuelve consciente de que mezclar alcohol con la medicación la va a provocar síntomas, disuadiéndolo en su intento de consumir.

     Es conveniente, dada las características de este tipo de medicación, que sea tutelada por algún familiar, amigo... y que se dé siempre con el conocimiento y autorización de la persona que vaya a tomarlo. No hay que darlo nunca si el paciente no es consciente de su toma.

     En el dilema ¿gotas o pastillas?, comentar que el mecanismo de acción es igual y se utilizará lo que el médico estime conveniente, teniendo en cuenta y también lo que sea más cómodo y adecuado para el paciente.

     A veces se puede utilizar otra medicación para ayudar a la persona a mentener la abstinencia. En los últimos años han aparecido nuevos fármacos que disminuyen la ansiedad, el deseo de beber o la impulsividad
hacia el consumo de bebidas alcohólicas.

     Por eso, es importante explicar al médico que nos trate, cómo nos encontramos, ya que si él estima oportuno y no hay incompatibilidades con estos fármacos, puede resultar más fácil dejar de beber o incluso mantener la abstinencia.

     Lo importante es confiar en los profesionales, así conseguiremos que la mejoría sea en todos los sentidos.

La terapia:
     En ocasiones, dejar de beber no resulta demasiado difícil, pero la dificultad aparece en mantener la abstinencia a lo largo del tiempo.

     Y es que no es suficiente con dejar de beber. La persona debe cambiar costumbres, hábitos, conductas y a veces la forma de entender algunas cosas y responder a ellas.

     Desde hace casi 100 años se sabe que además de la medicación, resulta muy importante tratar de facilitar ese tipo de cambios en la persona y par conseguirlo la mejor forma es la terapia, la psicoterapia, individual, de pareja, familiar o de grupo, dependiendo de las necesidades y características de la persona.

     El caso será facilitar a la persona un mejor conocimiento de su enfermedad, de lo que le ha ocurrido y le está ocurriendo. Incluso que aprenda a conocerse a sí mismo, y por medio del conocimiento, empezar a trabajar los cambios a realizar para mantenerse abstinente, mejorar lo negativo y ser mejor persona en definitiva.

3ª. Reinserción:
     Las personas que beben, no solo pierden la salud, pierden también los amigos, el trabajo, la familia y en ocasiones por los problemas económicos incluso la vivienda.

     Otros, pueden haber tenido problemas con la justicia, a consecuencia de lo "mal que les sienta la bebida", lo que ha provocado peleas, riñas o que conduzcan bajo los efectos del alcohol.

     La sociedad rechaza este tipo de comportamientos, pero también la persona se rechaza a ella misma, se aísla y cuando deja de beber empieza a ser consciente de todo lo que ha perdido.

     La reinserción consiste principalmente en reintegrarse en la sociedad, en el barrio, con lo vecinos, volver a ser aceptado y querido por la familia o los compañeros de trabajo, volver a ser al fin y al cabo una persona respetuosa y respetable.

     Existen en muchos municipios, recursos para cumplir estos objetivos, hay que hablar con la trabajadora social y ponerse manos a la obra.

     Pero también la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados, será una pieza fundamental. Participando en actividades, dejando que los demás ayuden al más nuevo, al que tiene necesidades, y cuando uno se recupera, ayudando a los demás.

     Nadie debería dejar de beber sin más, la abstinencia debe ser el medio par lograr ser la persona que uno fue, o mejor, la que debería haber sido, una PERSONA en mayúsculas.

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