Siempre nos planteamos cuando dejamos de beber si el deterioro mental e intelectual que durante el proceso como bebedores crónicos hemos sufrido, son daños que de alguna manera podamos recuperar y la respuesta no es nada sencilla, puesto que no siempre se trata de un proceso posible, aunque la mayoría de las ocasiones recuperaremos sino total, al menos parcialmente unas facultades deterioradas y con peligro otras de desaparecer y todo dependerá de lograr la abstinencia de forma precoz; cuanto antes nos demos cuenta que debemos dejar la bebida y la dejemos, tantas más posibilidades de recuperar todo lo posible lo que se ha ido quedando por el camino.
Con la abstinencia en cualquier caso, logramos frenar la tendencia al deterioro y poner fin al desgaste y destrucción de nuestro sistema neuronal (y por lo tanto nuestra capacidad intelectual) y empezar a recuperar aquellos órganos que se han visto comprometidos con el consumo de bebidas alcohólicas durante mucho, mucho tiempo.