Cualquier consumo por mínimo que sea este, supone un riesgo para la salud física y mental del consumidor, más aún en las siguientes situaciones:
. Policonsumo: La mezcla de cocaína con otras sustancias tóxicas hace que los riesgos se acentúen, máxime cuando esta se combina con el alcohol.
. Adolescencia: Cuanto más joven es la persona que se inicia en su consumo, mayor es el riesgo de generar dependencia.
. Embarazo: La cocaína atraviesa la placenta, por lo que afecta directamente al embrión y provoca en él, daños en su desarrollo o bien provocar su muerte o daños cerebrales irreversibles, puede provocar el parto de forma prematura aumentando también el riesgo de aborto espontáneo.
. Consumo recreativo: La mayoría de los adictos a la cocaína, la relacionaban como una droga recreativa, poco peligrosa, y hasta inocua, empezando su consumo en fines de semana como diversión y una manera de relacionarse.
. Genética: El llegar a la adicción, aparte de su forma y cantidad de consumo, está relacionada con factores genéticos, puesto que hay individuos más propensos que otros a sufrir dependencia.
Cocaína y alcohol. Mezclar cocaína y alcohol no sólo es más tóxico que tomar ambas sustancias por separado, pues el organismo las convierte en etileno de cocaína cuyo efecto es más duradero y tóxico. Recientemente se ha descubierto que los bebedores de riesgo (varones que consumen más de cuatro cañas diarias y las mujeres que beben más de dos) se exponen a un riesgo 3,8 veces mayor de convertirse dependientes de una y otra sustancia o de las dos.
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