La mayoría de enfermedades producen malestar organismo, sobre todo físico, algunas enfermedades pueden presentarse como padecimientos psicológicos.
La característica fundamental del alcoholismo es que las complicaciones que aporte, serán tanto físicas, como psicológicas y sociales.
Si la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice que la enfermedad es el desequilibrio bio-psico-social de la persona, el alcoholismo cumple todos los aspectos.
Veamos:
Fisicas.
Las consecuencias físicas ocasionadas por el alcohol, probablemente afecten a todo el cuerpo pues todo él está expuesto a enfermar.
Desde que el alcohol se ingiere por la boca y pasa por el esófago, estómago y se absorbe en el intestino delgado, está provocando molestias, ya que puede irritar la mucosa de todo el aparato digestivo. Pero cuando se absorbe pasa a sangre y de la sangre al sistema nervioso.
Se metaboliza, es decir se degrada, para ser eliminado en el hígado, se elimina por los riñones y finalmente se vierte al exterior por la orina en forma de una sustancia parecida a la acetona.
Luego, aparato digestivo, sangre, sistema nervioso, hígado, riñones, etc... pueden terminar dañados.
La enfermedad que más se conoce, como consecuencia del abuso de alcohol, es lo que provoca en el hígado en forma de hígado graso, hepatitis o cirrosis, ya que el 90 % del alcohol pasará por el hígado para ser eliminado.
Lo que sabemos es que a mayores cantidades y mayor tiempo de consumos, mayor gravedad en la aparición de enfermedades.
Asusta la cirrosis, y es que es el grado más grave de afectación del hígado, una parte importante del hígado va a dejar de funcionar para siempre, no se puede recuperar. Pero se puede detener el avance de la enfermedad.
Ahora bien, para tratar cualquiera de las consecuencias físicas, el primer paso es siempre la abstinencia. De este modo se podrá recuperar todo lo posible y evitar que vuelva a aparecer el daño o que este se complique aún más.
Psicológicas.
Si como hemos dicho, el alcohol pasa al Sistema Nervioso Central, va a provocar una serie de efectos en el funcionamiento del cerebro y por ello en la manera de actuar de la persona. En pequeñas cantidades actúa como un euforizante y provoca irritabilidad en la persona, pero realmente el alcohol es un depresor que además desinhibe algunos comportamientos, por ese motivo una persona bebida, pierde el contro, la vergüenza, el sentido del ridículo y la compostura. Termina haciendo barbaridades.
Desde estos cambios de conducta, hasta la aparición de comportamientos anómalos, violencia, agresividad, tristeza, ansiedad, depresión o aparición de cuadros psiquiátricos más graves; van a conformar un grupo de alteraciones psicológicas que puede sufrir el bebedor.
Muchas de ellas tratables si se deja de beber, otras con mal pronóstico, pero todas ellas nefastas si se sigue bebiendo.
Sabemos por ejemplo que la probabilidad de suicidio entre los alcohólicos triplica las cifras con respecto a la población general.
Sociales.
Como consecuencia del daño global de la persona, el alcohólico va perdiendo amigos, trabajo y familia.
Su deterioro puede ser tan elevado que se quede sin nada y sin nadie y que la sociedad, que al principio le reía las gracias, termine por rechazarlo. Además pueden aparecer implicaciones de tipo legal en relación a peleas, conducción o comisión de algún delito.
Con esta perspectiva no es de extrañar que para el mejor tratamiento se requiera la ayuda de familiares, alcohólicos rehabilitados, médicos, psicólogos, trabajadores sociales y a veces incluso abogados.
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