martes, 19 de marzo de 2013

La terapia de grupo.



Dentro de las distintas formas de enfocar el tratamiento psicológico, una de las más conocidas, la más aceptada y previsiblemente la más eficaz es la terapia de grupo.

La terapia de grupo permite compartir experiencia, contar los problemas a personas que tienen el mismo problema que nosotros y que por lo tanto van a saber de qué hablamos, nos van a comprender perfectamente.

Las psicoterapias de grupo deben ser llevadas por un profesional con formación y conocimiento del problema.

En las asociaciones donde no se puede disponer de un profesional, los grupos de discusión llevados por alcohólicos rehabilitados, con experiencia dilatada en el tema y comprometidos en la ayuda a los demás pueden hacer la misma función, aunque se profundice menos en temas personales.

Cuando no hay profesionales y la labor la realizan los alcohólicos rehabilitados lo denominamos grupos de autoayuda.

Se aprende de los demás y los demás aprenden también de lo que cada uno aporta, se intercambian no solo experiencias sino soluciones, se opina y se comparten sentimientos y se avanza en el compromiso de la abstinencia y de la mejora en las relaciones.

Lo que se dice en las terapias nuca se debe comentar fuera de ellas. Esa complicidad hace al grupo más fuerte y si alguien de verdad quiere rehabilitarse que no vaya simplemente a calentar la silla.

Al principio es comprensible que haya quien tenga miedo, o vergüenza o se crea que nadie le puede enseñar nada. Esto no es así, pues la persona que participa en una terapia aprende día a día, se hace responsable, respetuoso y comprometido consigo mismo y con los demás.

Las terapias nos hacen más fuertes pues nos proponemos de forma individual el no fallar y que los demás no fallen.

La persona que prueba la terapia de grupo, repite. Y es que tener un espacio y unas personas con las que poder hablar y ser escuchado, no es demasiado frecuente en la sociedad y es algo que se agradece.

lunes, 18 de marzo de 2013

¿Cómo se llega a ser alcohólico?

     Uno no se levanta por la mañana siendo alcohólico, el proceso suele ser lento y nunca sabremos con certeza cuando se produjo el paso que separa a un bebedor social de un bebedor alcohólico. Lo que si sabemos con certeza es que llegamos a ese punto por el consumo continuo y abusivo de bebidas alcohólicas.

     Los caminos que nos lleva a ser alcohólico suele ser dos tipos y modos bien diferenciados, teniendo en cuenta el origen. Veamos.

     En primero de estos caminos se trata de personas atormentadas, angustiadas y/o deprimidas, que han pasado por profundas calamidades en la vida y que su relación con el alcohol le proporciona un alivio, aunque temporal, a su padecimiento y que le llevará a la dependencia. En este tipo de vía se encuentran bebedores intermitentes que pueden estar sin beber varias semanas, pero que cuando lo hacen ingieren grandes cantidades de alcohol durante uno o varios días y suelen ser bebedores problemáticos.

     En el segundo, son personas que sin tener graves problemas en la vida, beben por imitación, porque todo el mundo en el que se mueve beben. Beben todos los días, lo que les proporciona una cierta tolerancia al alcohol (es aquel bebedor que bebe mucho y parece que no le hace efecto, que casi nunca se le va a ver borracho) y beben incrementando el consumo, hasta hacerse adicto a la sustancia.

     Pero siendo uno u otro camino el que sigamos, el destino es el mismo que es una persona adicta a una sustancia llamada alcohol, o lo que es lo mismo: alcohólico. Si en el primer camino se atiende más a un sentimiento (malestar, angustia, depresión...), el segundo más a un contexto donde su mueve (amigos, compañeros, familia...). En ambos casos se inicia el consumo que les llevará a la adicción buscando alivio psíquico y físico, no lo hacen con el propósito de llegar a ser alcohólicos, pero el fin, aún sin proponérselo, será enfermar por el uso abusivo del alcohol (Y ¡ojo! cuando digo abusivo, quiero decir el consumo al día de más de 2 o 3 copas de cerveza o vino en los hombres y la mitad en las mujeres).

Bebida
Graduación
Volumen
Alcohol puro
contenido
Unidades Bebida Estándar
Copa de vino o cava
12.0°
10 cl.
 9.6 gr.
1.0
Vaso de calimocho
   3.6°
20 cl.
 5.8 gr.
0.5
Vaso de sangría
   6.8°
20 cl.
10.9 gr.
1.0
Caña de cerveza
           5.0°
25 cl.
10.0 gr.
1.0
Lata de cerveza
  5.0°
33 cl.
13.3 gr.
1.3
Culín de sidra
  6.0°
11 cl.
 5.2 gr.
0.5
Botella de sidra
  6.0°
70 cl.
33.6 gr.
3.4
Copa aperitivo: vermouth, fino…
17.0°
07 cl.
 9.5 gr.
1.0
Copa de licor fruta: melocotón…
25.0°
06 cl.
12.0 gr.
1.0
Combinado: cuba libre…
40.0°
06 cl.
19.2 gr.
2.0
Copa de ginebra, ron, coñac…
40.0°
06 cl.
19.2 gr.
2.0
Copa de whisky
42.0°
06 cl.
20.2 gr.
2.0
(se considera consumo de riesgo para la salud la ingesta de más de 3 unidades diarias para el hombre y más de 2 para la mujer).

domingo, 10 de marzo de 2013

Funcionamiento de una terapia.


     Nuestras terapias de autoayuda y ayuda mutua están formadas por enfermos alcohólicos y en los casos de los más jóvenes también vienen con adicciones a otras sustancias (politoxicómanos), por lo que cuando hablamos sobre las adicciones TODOS sabemos de lo que estamos tratando.


     El grupo está compuesto tanto por hombres como mujeres, de todas las edades y oficios. En un número variable nos juntamos tres días a la semana L - X - V desde las 18:30 hasta las 20:30 h., dos horas en las que se rompe el miedo al silencio y a la vergüenza, donde un moderador posibilita que la persona que desee hablar o exponer una vivencia, pueda hacerlo mientras el resto de los compañeros escuchan atentamente y si consideran que tienen algo que exponer lo hace levantando la mano para que le sea concedida la palabra. De esta manera se experimenta un nexo de unión entre el grupo en el que todos somos participes del éxito de cada uno, en donde se vislumbra el final del túnel y donde se experimenta que es posible salir de las adicciones, puesto que junto a ti hay una persona que lleva años en abstinencia.



     Las reglas básica para nuestras sesiones son el respeto y el compromiso en dejar la adicción.



     En múltiples ocasiones decimos que las terapias son como volver a la escuela, pues es donde aprendemos a vivir sin alcohol, compartiendo experiencias y sobre todo, mostrando las herramientas de las que se han servido aquellos que llevan más tiempo de abstinencia y que también les puede servir de ayuda para los que se han incorporado hace menos tiempo al club de los abstinentes. Importantísimo resulta el verse que uno no está solo en la lucha por la abstinencia, sino que cuenta con el apoyo de una asociación cuyos integrantes le comprenden perfectamente y comprenden las secuelas que sufre (familia, trabajo, salud...).



     ¿Quién acude a nuestras terapias?. Siempre las personas que acuden lo hacen por un motivo grave de salud, de familia, de trabajo, de justicia, etc. y en casi todas se da la unión de varios de estos motivos. Muchos vienen derivados de centros de salud, después de haber pasado por episodios realmente graves.


     Cada dos semanas contamos con la presencia de una psicóloga que compartimos enfermos y familiares y un becario estudiante de último año de psicología, mediante las aportaciones que entre aquellos enfermos y familiares que puedan, vamos haciendo a la caja común y que nos permite contar con estos profesionales, al menos 8-9 meses al año (dependiendo de las aportaciones).





Soy alcohólico rehabilitado

     Antes de reconocerme como enfermo alcohólico y aceptar la enfermedad. yo era de las personas que sabía que bebía mucho, en exceso, que era un gran consumidor de alcohol, pero que no tenía ningún problema con el alcohol puesto que no me afectaba ni en mis trabajos ni en mi familia, ya que aguantaba mucho pues que no llegaba a embriagarme casi nunca, tan solo en algunas ocasiones llegaba un poco más bebido que de costumbre y cuando llegaba a casa, daba las buenas noches y me metía directamente en la cama, sin molestar a nadie.


     Pero detrás de esta farsa, hoy reconozco que cada día nada más levantarme necesitaba beber y así lo hacía durante todo el día, sin apenas comer pues con el alcohol me bastaba, hasta llegar a casa por la noche y dirigirme a la cama y esperar que llegase el día siguiente donde se volvería a repetir el mismo patrón de conducta. Así un día tras otro, durante años. (Esa era mi normalidad). El desentenderme de los asuntos del hogar y de mis hijos, de los problemas normales de cada día.

     Para mi, como para cualquier otro enfermo alcohólico que todavía no tenga reconocida su enfermedad, los verdaderamente alcohólicos son aquellos otros, que a diferencia nuestra, que tenemos nuestro trabajo, nuestra familia, nuestras amistades, ellos, los que se encuentran solos, consumiendo alcohol barato en cualquier rincón, mal vestidos y sucios, mal mirados por todos, son los alcohólicos. Como si estas personas no hubieran estado en la misma situación que en la que estamos nosotros, pero que han seguido consumiendo hasta llegar al lugar donde se encuentran y donde sin duda llegaríamos nosotros si no paramos de consumir. Pero aún así, para ellos, si no han sabido reconocerse enfermos alcohólicos, verán a los que estén peor que ellos, como los verdaderos alcohólicos. Y la verdad es que tan alcohólicos somos unos como otros, pues lo que nos define como tales es la incapacidad de parar de consumir.


¿Por qué alcohólico?

     ¿Por qué nos resulta tan difícil el aceptar que somos alcohólicos?. Creo que se debe principalmente al desconocimiento de lo que es esta enfermedad y a su estigmatización.

     Siempre nos ocurre que antes de aceptar la enfermedad que padecemos, somos capaces de poner mil excusas para intentar no vernos como alcohólicos, puesto que nuestro desconocimiento nos hacer sentir esta enfermedad como algo tremendamente negativo, propio de personas perdedoras, sin moral, sin vergüenza y asociales, carentes de principios y respeto por si mismos.

     Ante semejante visión no nos queda más que engañarnos a nosotros mismos y en la inmensa mayoría de los casos lo conseguimos. Casi nunca hemos sido capaces de reconocernos como tales alcohólicos, y solemos mentirnos, diciéndonos que somos capaces de dejar de beber cuando y donde queramos, que tan sólo bebemos para deshinibirnos, socializar o para sentirnos bien.

     Pero esto en realidad no es así, pues en numerosas ocasiones nos hemos propuesto el dejar de beber a partir del día de mañana, pero a la mañana siguiente nos hemos levantado y lo que ayer prometimos no somos capaces de cumplirlo, por lo que nos haremos una nueva promesa para dejar de beber a partir de la próxima semana, aunque sabemos que cuando el lunes llegue seremos incapaces de no beber. Y repetiremos una y otra vez, una y otra vez... siempre con el mismo resultado.

     Somos enfermos alcohólicos puesto que hemos perdido la libertad para dejar de beber y cuanto más tiempo pase sin poner una solución a su enfermedad, esta se hará más y más fuerte, debilitando cada vez más la voluntad y dejando mayores secuelas en su cuerpo y su alma, pues cuanto más se acerque al final de sus días, habrá perdido no solamente su salud, sino que también habrá perdido todo rasgo de humanidad, con el desprecio de la sociedad y por supuesto el de la familia. Solo que quedará la desesperación y la muerte en soledad.   


sábado, 9 de marzo de 2013

La dificultad de reconocerse alcohólico.

     En la casi totalidad de ocasiones, las personas que acuden a la Asociación solicitando ayuda o información, no son capaces de poner nombre a la grave enfermedad que padecen, a pesar de los evidentes síntomas que presentan. Dirán, en el mejor de los casos, que beben mucho, que la familia le ha pedido que viniera a informarse, que ha pasado por su centro de salud y le han dado la dirección o el teléfono de nuestra Asociación, etc.


     Pues bien, esta grave enfermedad que padece se llama alcoholismo y consiste en una dependencia física y psíquica a una sustancia llamada alcohol.


     En la recepción que hacemos de las personas que nos visitan solicitando ayuda, nos presentamos como enfermos alcohólicos rehabilitados o enfermos alcohólicos en abstinencia, lo que seguramente por primera vez haga que la persona se enfrente a esta palabra "maldita" pronunciada por una persona que no se avergüenza de reconocer su enfermedad y ponerle nombre.

     Una vez trascurrido cierto tiempo en terapia, comienza a asimilar la enfermedad que padece, al encontrarse con personas que como él, tiene unos síntomas comunes y comunes con el resto de enfermos alcohólicos. Poco a poco asimila la palabra "alcohólico" con enfermedad, en lugar de hacerlo como la mayoría de aquellas personas que desconoce lo que es el alcoholismo, que lo relacionan con personas viciosas, degeneradas, sinvergüenzas, vagos, egoístas... y en el caso de la mujer alcohólica lo relacionan con cosas aún peores.

     Así, más pronto que tarde, descubrirá que es una persona enferma, adicta a una sustancia llamada alcohol, y que es posible recuperar la salud mediante la abstinencia, que la abstinencia le proporciona salud física y mental a él, a su familia y a su entorno. A partir de ese momento la tarea del enfermo alcohólico no será otra que la de mantener su abstinencia sobre todas las cosas puesto que sin ella volveremos a enfermar y haremos enfermar a los demás. Debemos aprender a vivir sin alcohol.

     Y como dice nuestro compañero y amigo Juan (el de más edad en nuestra Asociación), La abstinencia hay que mimarla.